Ella estaba frente a mí, aferrándose a mi mano con fuerza. El atardecer había caído y la luna nos iluminaba atenta. Observar a Yoohyun se había convertido en una maravilla. Bueno, siempre había sido así. Tenía las mejillas sonrojadas, una expresión torpe e inocente en su rostro, su bonita coleta se había desarmado con la corrida, el alcohol perfumaba su aliento y su labial era más rojo que lo usual. Oh, mi diosa.
—Ah, Wonpil. —dijo, sonriéndome de esa forma tan peculiar— Perdiste demasiado tiempo, ¿Por qué no me dijiste que te gustaba antes? —mencionó, con cierto tono de berrinche— Jamás le hubiera dicho al patán de Hongseok que saliéramos. —hizo un puchero. Increíblemente adorable, en eso transformaba el alcohol a Yoohyun— ¡Me gustas taaanto, Wonpil!
Tal vez, habíamos huido del pésimo novio de Yoohyun. Probablemente, Hongseok esté buscándonos con esa mueca horrible que ocupa cuando está enojado. Sin embargo, creo que nunca me había importado menos. Yoohyun me gustaba tanto.
—Lo siento. —la atraje hacia mí, abrazándola— Pero, tenemos toda la noche.
Ah, hay un sentimiento tan cálido en mi pecho.
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