Inesperadamente, ella me miró. Fue un cruce de miradas muy rápido, que interrumpí abruptamente.
Pero esos segundos fueron suficientes para sentir algo en mi ser.
Fue esa misma mirada, con la que ambos nos veíamos desde aquél instante, en que nuestros corazones se conectaron desde aquella primera vez.
Fue esa misma mirada, con la que antes nos veíamos, cuando alguna de mis cursilerías le agradaban.
Fue esa misma mirada, con la que me veía cuando hablamos y tonteabamos.
Fue esa misma mirada, con la que me vió después de aquel beso.
Fue esa misma mirada, con la que me vió en aquel día, en que ambos permanecíamos abrazados, ignorando todo lo que sucediera en el mundo.
Fue esa misma mirada, con la que me veía cuando sonreía.
Fue esa mirada que me regalaba tantas veces durante las mañanas.
Fue esa mirada, esa absurda, tierna y torpe mirada, que tanto amaba.
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El amor es un dolor de cabeza
RomantikEnamorarse es como tomar pequeñas dosis de veneno sabor a fresa... Está rico, pero te matará; lentamente, pero te matará. Poesía al más puro estilo libre.