Sus labios y los míos

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Y, entonces, sus labios se juntaron con los míos, como si hubieran estado destinados a unirse, desde el principio de los tiempos. Fue como si un lazo invisible nos rodeara, como si una descarga eléctrica circulara a nuestro alrededor, como si la perfección hubiera esperado hasta ese momento para existir.

Cuando nos separamos, su rostro esbozó una hermosa sonrisa, como si un aro de belleza la cubriera, como si hubiera sido la primera vez que ella hubiera amado, como si nunca hubiera habido daño en su corazón, como si su alma estuviera en paz, tranquila, sin sufrimiento ni dolor.

Rió tímidamente, y yo ahí, sólo podía contemplar el más bello de los cuadros, el mejor de los momentos. Esa imagen que vale la pena inmortalizar en óleo, esa fotografía que todo el mundo desearía admirar por horas. Ese cuadro, del que sólo yo fui testigo, del que sólo yo pude disfrutar. La belleza del mundo se había unido a ella, nada podía ser más perfecto.

El amor es un dolor de cabezaWhere stories live. Discover now