Pero, cuando la ví, me di cuenta que mi mente aún la pensaba, que mis pensamientos aún la soñaban, que mi corazón aún latía por ella, que mi vida, mi ser entero, aún la quería a ella.
Y era imposible negarlo, me ponía nervioso ante ella, y ella, muy seguramente lo sabía.
Mas, sin embargo, yo insistía en no mirarle a los ojos, porque su mirada, oh, su dulce y tierna mirada, me volvería a poner frente a sus pies. Volvería a caer ante ella, volvería a caer ante su belleza y su carisma. Yo lo sabía. No habría sido la primer vez en que sucedía.
¿Aún la quería? Sí. ¿Aún la amaba? Era posible. ¿Aún, ella sentía algo por mí? No lo sé. Sólo sabía que no era buena idea intentar algo con ella
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El amor es un dolor de cabeza
RomansaEnamorarse es como tomar pequeñas dosis de veneno sabor a fresa... Está rico, pero te matará; lentamente, pero te matará. Poesía al más puro estilo libre.