Él y ella estaban conectados, de alguna extraña y coincidente manera. Ambos se parecían muchísimo, los dos estaban unidos.
Yo sólo les veía, y su rostro de ambos, cuando se encontraban, esa sonrisa que se dibujaba en ambos... Y, sin embargo, ese intento de despiste, tratando de desviar la mirada...
Los dos sentían algo por el otro... Y, sin embargo, por alguna extraña razón, no eran nada. Sólo amigos, quizá sólo un par de conocidos.
Lo que los detenía era el miedo. El miedo al cambio. El miedo a cambiar algo de la vida de cada uno, esa vida que a ambos les parecía perfecta. Eso los detenía.
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El amor es un dolor de cabeza
RomanceEnamorarse es como tomar pequeñas dosis de veneno sabor a fresa... Está rico, pero te matará; lentamente, pero te matará. Poesía al más puro estilo libre.