San y Wooyoung reían juntos, comiendo palomitas mientras reían y veían una película de comedia romántica.
Pero no contaron con las escenas de sexo que podía haber en cualquier película, y la que estaban viendo, era una de ellas.
El menor se sintió incómodo al momento, haciendo una mueca de disgusto. Nunca le había gustado ver aquel tipo de escenas en compañía de otras personas, sobretodo si eran sus padres o alguien... alguien como San.
Y en cuanto a San... San se encontraba con un fuerte sonrojo mientras subía lentamente el cojín que tenía en las manos para taparse los ojos.
Pero eso no hacía que dejase de escuchar, así que se incomodó y miró al pelinegro.
—¿Podrías quitar esa parte, por favor?
La dulce voz del rubio tembló a causa de la vergüenza que sentía, él de verdad no quería verlo.
El pelinegro le miró, muriendo de ternura al ver la imagen frente a él.
Bien, si lo describimos sería algo así:
El rubio estaba mirando a Wooyoung, mientras sostenía el cojín a la altura de su preciosa carita y estaba todo rojo cual tomatito, miraba al menor con los ojitos brillantes, suplicándole con la mirada que quitara aquella escena y también con algo de susto, mientras un tierno puchero que había esbozado inconscientemente decoraba su rostro, su angelical rostro.
El pelinegro quedó tan embelesado con la escena frente a sus ojos que se sumergió en sus pensamientos, cuestionándose si lo que estaba viviendo era real o un sueño, al parecer su mejor sueño.
—Wooyoung...
El mencionado reaccionó, y algo avergonzado, aceptó.
—Oh sí, sí, por supuesto, perdón.
Dicho esto cogió el control remoto y adelantó toda aquella parte.
—Gracias —susurró el rubio mientras lentamente, quitaba el cojín de su vista, como si estuviera comprobando que la escena realmente ya no estaba en la pantalla del televisor.
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—Wooyoung, ¿y si vemos otra cosa?
Llevaban viendo películas del mismo género prácticamente toda la mañana y al rubio ya le comenzaban a aburrir.
—Estaba esperando a que dijeras eso.
Los dos rieron y luego San habló.
—¿Qué tal si vemos una de terror?
Se puso algo nervioso con su propia propuesta, pero quería hacerlo.
—¿No te dan miedo?
El mayor se encogió de hombros.
—Nunca me atreví a ver una, pero ahora que no estoy sólo quiero hacerlo.
