El manzano que reluce alto e imponente por toda la pradera tomó su tiempo para crecer, pero Nerdanel y Fëanor lo guardaron y con el tiempo, comenzaría a dar frutos.
En cuestión de noches aparecería entre esa pareja el fruto de la vida, el don de ilúvatar; el vientre que una vez mostró Nerdanel plano y limpio, ahora tenía en custodia un pequeño ser creciendo a cada momento. Dando fe a la vida y descendencia de Finwë, alto rey de los Noldor.
Los viajes por todas las tierras de Valinor a los que la pareja estaba acostumbrada a realizar, se vieron detenidos en nombre de la salud de la elfa y del bebé que esperaban ambos emocionados. Las primeras semanas de gestación Nerdanel se mostró fresca y bailarina; no tenía mucho de qué preocuparse al ser una mujer fuerte y decidida, cual colibrí en plena primavera.
Sin embargo, por el lado de Fëanor siempre fue distinto desde que la noticia llegó a sus orejas puntiagudas. La preocupación lo embriagó, y con el tiempo comenzó a seguir la pista de los pasos de Nerdanel. Sí la elfa deseaba salir a montar en la puesta de sol y recorrer los fríos paramos cercanos a donde se establecieron, Curufinwë la seguía sin perder tiempo y mucho menos sin su permiso. siempre preparado y con una cara molesta que ocultaba su preocupación para algún accidente, que, por suerte, nunca sucedió.
En los casos de antojos y mal humor, Fëanor intentaba cumplir con todo siempre con la cabeza baja y fiel. Ni Fëanor mismo conocía esa parte de él donde no respondía a malos comentarios de su amada, porque sabía que eran parte del embarazo.
Aprendió a controlar su ira. Aún así, de vez en cuando las peleas se mantuvieron cuando no lograba controlar su carácter y Nerdanel, a pesar de ser un elfa sabía que aprendió a apaciguar su orgullo, ahora sus emociones se veían comprometidas por la gestación y más de una vez sus ideas chocaban.
Sin duda, al ser primerizos, los primeros meses fueron exhaustos para ambas partes, pero todo se veía recompensado con el inusual crecimiento de la barriga de Nerdanel. Siendo algo hermoso pero difícil de describir, esto es un embarazo.
El suave roce, delicado y delicioso del sol colándose por la entrada y el cantar de las aves diurnas despertaron la alerta en el dormido corazón de Fëanor; se levantó de un brinco del lecho tras haber palpado la soledad en la que yacía el lado derecho. Recorrió con la mirada aturdida en segundos todas las esquinas de la tienda que él mismo había levantado una noche antes en las cercanías de Formenos.
El miedo lo asaltó, aquel que hace días lo consumía al saber el riesgo que corrían y que él mismo recibiría en sus propias manos el fruto de la vida que tanto había protegido.
Una vez vestido y peinado, corrió apresurado fuera del lugar y aún así no encontró a Nerdanel. Una ligera punzada en el corazón lo guio hasta el pequeño riachuelo, aquel del que tanto se había enamorado la pelirroja y que por suerte estaba tan cerca tras haber cruzado algunos matorrales.
En ese iluminado lugar, colmado en armonía y belleza, encontró Curufinwë a su agraciada amada de hebras fogosas y mirada punzante que ha domado su alocado espíritu Noldo.
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La primera herencia
FantasyEn este viejo relato Fëanor experimenta el estrés que tiene el cuidar de su amada encinta. Mientras Nerdanel sufre de repentinos cambios de humor; ambos esperan ansiosos la llegada de su primer hijo, la primera herencia de siete. Datos. ➤Portada he...