El castillo lleva horas completamente en silencio.
Alba, que todavía no sabe como ha sido capaz de subir a la bestia medio inconsciente al lomo de Queen para llevarla de vuelta, observa sentada a los pies de su cama como el pecho del animal sube y baja con una respiración pesada.
Cuando han llegado al castillo y los sirvientes han entrado en pánico al ver la situación, la joven se ha negado a que llevaran a su anfitriona a aquella habitación medio en ruinas que tenía por dormitorio, así que han acabado en el único cuarto que estaba lo suficientemente decente como para no correr el riesgo de que las heridas de la bestia se infectaran. Por suerte, su espeso pelaje ha evitado daños mayores, y de lo único que se tienen que preocupar realmente es del profundo mordisco en su antebrazo.
Sin que apenas se de cuenta, María se ha acercado sobre su carrito hasta ponerse a su lado.
-Gracias por no abandonarla. -Le dice.
-Me salvó la vida... -Contesta Alba, que no aparta la mirada de la cama. -Perdimos el rastro del camino, Queen se asustó, y cuando pensaba que no lo contábamos...
-No vuelva a huir de esa manera, por favor. Sé que es difícil de entender, pero como ya le dije, no es el ama quien la retiene.
-Es el bosque, ¿verdad?
La tetera deja escapar un suspiro.
-Es... complicado. Deje que ella se lo explique. Pero por ahora debería irse a dormir. –Le dice, haciendo que el carrito recule un poco para dejar que Alba se levante. –Le hemos preparado el dormitorio contiguo.
-Pero... -La joven empieza a protestar.
-Ella estará bien –La interrumpe María con tono maternal. - Ha sido un día muy largo y todos necesitamos descansar.
Alba, a la que ya no le quedan fuerzas en el cuerpo para discutir, se gira de nuevo a mirar a la bestia, antes de soltar un suspiro de resignación y acompañar a la ama de llaves hacia la puerta.
+++
-¡QUE ME DEJÉIS!
Alba se despierta sobresaltada al escuchar el grito que proviene de la otra habitación. Abre los ojos y ve que hay mucha luz en la estancia, así que deduce que la mañana debe estar bastante avanzada ya. Realmente necesitaba esas horas de descanso.
Se incorpora con pesadez en el borde de la cama y se friega los ojos en un intento de expulsar el sueño que todavía pesa sobre ellos. Sobre la mesita le han dejado un aguamanil y una vasija para que pueda asearse, así que se echa un poco de agua en la cara, se pone el vestido que le han dejado a un lado de la cama, y emprende camino hacia la estancia contigua.
En cuanto abre la puerta, casi se come a Julia que sale maldiciendo.
-¡A tomar por culo! Si quiere que se le infecte, ella verá.
-¿Qué ha pasado? –Pregunta Alba, que desde donde está puede ver a la bestia sentada en la cama con cara de pocos amigos.
Marta y Sabela van tras el candelabro y se detienen al ver a la joven.
-Ha pasado que su Alteza es más testaruda que una mula y no deja que le limpiemos la herida del brazo. –Explica el reloj. –Tal vez usted tenga más suerte.
-Pero... -Se dispone a protestar Alba.
-Cuando hayan acabado, tendrán el desayuno en el salón.
Y antes de que pueda decir nada más, la joven ve como se cierra la puerta, dejándola sola con su anfitriona.
La habitación se queda en silencio. Alba, sin saber muy bien cómo proceder, avanza con cautela hacia la cama y ve como la dueña del castillo, pese a ser consciente de su presencia, empieza a lamerse la herida del antebrazo sin ni siquiera levantar la vista para mirarla.
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De castillos y princesas encantadas
FanfictionLa Bella y la Bestia ft. Albalia. Viviendo en una pequeña aldea perdida en mitad de la nada, Alba no es feliz. Echa de menos la ciudad, sus museos, sus amigos, y la libertad que no le da un pueblecito lleno de mentes cerradas. Pero todo cambia un dí...