Esperanza

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En la cama de la clínica está Emilia con su mente inquieta y ansiosa, no comprende lo complejo de su estado. Llegó el mejor momento de su vida y sólo puede ser "un espectador".

Se levanta de la camilla y comienza a caminar, sale de la habitación, y se pregunta a si misma con angustia ¿qué está pasando?

Ve gente en la sala de espera.

-¿Dónde estoy?-pregunta atonita. Nadie contesta, todos parecen ignorarla. De repente, ve a Marta entrando en su habitación, secándose las lagrimas. Corre hacia su madre e intenta abrazarla. Marta ni se inmuta, sigue hablando con Ines.

-¿Y las niñas como están?, Ines.

-Duermen, Marta-Contesta Ines, apenada-. ¿Y Emilia despertó?

-No. Parece un ángel, atrapada en sus sueños. Los doctores dicen que hay que esperar...

Emilia observa los ojos vidriosos de su madre y no puede contenerse.
-¡Aca estoy mama! -grita
casi temblando, con los ojos inyectados en lagrimas.

Su madre sigue sin responderle.

-Ines, hace frio-Le comenta, Marta a Ines, frotándose las manos.

Emilia mira a las pequeñas. No entiende que es lo ocurre, cree que todo es un sueño. Aterrada, sale corriendo. Corre con desesperación por los pasillos del hospital. Pide ayuda a gritos pero nadie responde.

Entonces, ve a Oliver ingresando a la misma habitación en la que estaban su madre. Corre hacía él y le grita:

-¡Amor, aca estoy!

Se dirige hacia él, pero algo ocurre. Lo ve tomando la mano de alguien. Cuando se acerca puede ver que quien estaba postrada en esa camilla de hospital, dormida, era ella.

Se siente agitada, como si su corazón se saliera de su pecho. Respira profundamente y al volver a ver como Oliver toma su mano, siente una repentina paz.

Aunque, verse a si misma tendida en una cama, inerte, palida, hace que se sienta abrumada.

En ese instante Oliver le murmura algo al oido:
-Te estamos esperando, no me dejes solo, te amo.

Por un instante, se quedó paralizada. Mirando como Oliver acomodaba las orquídeas en un jarrón. Oliver habia acomodado toda la habitacion para ella.

Él se sentó y la tomo de la mano, con sus ojos tristes y una sonrisa tierna la miro, le acaricio el rostro y empezo a contarle las locas travesuras que habían vivido en su pueblo:

-¿Recuerdas las poesías que escribías en 5to grado? Yo amaba escucharlas, y tus locas medias cancan de color verde manzana.-
musita con una sonrisa, con los ojos humedos-Las usabas para pasear por el pueblo, y todos amaban esa actitud alegre, que tiene tu vida con todos sus colores. A veces me volvía loco, cuando la gente decia con desprecio: "esa chica, mas que soñadora es una anormal"-imitó las voces de los viejos del pueblo.

De ese mismo modo, tierno y triste, Oliver se paso horas hablándole. Ella se quedó en un rincón observando como Oliver le hablaba a su cuerpo dormido, sin entender el mal sueño que estaba viviendo.

Marta e Ines se turnaban para cuidarla, y ella sólo observaba desde una esquina de la habitacion todo lo que ocurría.

De pronto, un día, vio a Arturo en la playa y no entendia como llego ahi. Él la miro y le dijo:

-Niña, vuelve a casa, te estan esperando.

Con un abrazo cálido y un beso en la frente, se despertó en la cama de la habitacion de una clinica sin poder creer creer el sueño loco que habia tenido.

Para ese entonces, no podia recordar todo lo que habia vivido, porque solo podia pensar en como salir de ese lugar.

Se dio cuenta que lo que para ella fueron unos minutos, habian sido dos largos años, con 11 meses.

Aún asi estaba dispuesta a vencer su cuerpo débil, tenia mucho por hacer la rehabilitación. No iba resultar fácil, pero ya estaba en su hogar.

Un dia Oliver trajó un álbum en donde estaban todos los cumpleaños de sus niñas: sus primeras palabras, los primeros pasos las navidades y todos las travesuras de las niñas, y muchas hojas en blanco con una inscripción que decia algo así como: "Mi reyna, vamos, todavia nos faltan escribir muchas aventuras, te amo. De: Oliver, Cielo y Luna" con un corazón.

Emilia lo miró y sonrio, no podía créer que sus hijas eran tan traviesas inquietas parlanchinas como ella.

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