De mundos, sueños y anhelos [TodoDeku/COMPLETA]

[5.] Confesiones

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Habían días en que se quedaba quieto y era incapaz de hablar, como pequeños lapsos en su consciencia en los que no podía almacenar ningún tipo de información. Le frustraba que su sistema simplemente se reiniciara y lo que quedara fuera un gran espacio en blanco que no era capaz de llenar ni con su mayor esfuerzo. Eran las consecuencias de la orden que transgredió; el daño era irreparable.

La sensación de estar incompleto y que algo no estaba bien crecía más y más con el transcurso de los días. No debía ser Shouto quien lo cargara o lo cuidara, sino él. Izuku tenía que ofrecer todo de sí para aligerar el trabajo de su creador, de otra forma, ¿cuál era el sentido de su existencia? No creía haber sido hecho para convertirse en la carga de alguien más.

—Pero no lo eres.

—Yo...

—No lo eres, Izuku —le dijo Shouto con resolución, sin esa expresión en blanco a la que estaba tan acostumbrado. A pesar de que había envejecido un poco más y de que su piel ya no lucía tan tersa, los pocos gestos que se reflejaban en su rostro no habían aumentado en lo absoluto (la única excepción era "la maravilla incierta que no podía ser vista todos los días"). Él seguía siendo el mismo de siempre y, pese a que Izuku no estaba de acuerdo, Shouto parecía disfrutar de cuidarlo—. ¿Sabes algo? Algunos humanos somos raros. Nos llena el hecho de poder estar allí para alguien, que hay alguien allí que nos necesita para seguir con vida.

—¿Y no cansa? —cuestionó el androide—. ¿No cansa siempre pensar en alguien más? No soy humano así que no requiero de otra cosa que energía para mantenerme funcional, pero tengo entendido que ustedes se alimentan de más cosas que simplemente comida. Todoroki Shouto, el centro de su energía es algo metafísico que no se puede tocar ni arreglar por medios físicos, usted me lo explicó.

Izuku había escuchado acerca del amor, pero todavía era un concepto que estaba lejos de su comprensión.

Shouto se le quedó viendo, un extraño hábito que había adquirido desde que Izuku despertó por segunda vez. Siempre que le preguntaba si había algo mal con él —ya fuera su estropeado sistema o su comportamiento—, su creador se limitaba a negar con la cabeza. Una vez le dijo que el que estaba mal era otro, algo que confundió aún más a Izuku.

Las personas en el laboratorio habían disminuido considerablemente desde la última bomba que azotó una ciudad vecina, así que el silencio en la sala también era un hecho cotidiano. Shouto no hablaba mucho e Izuku asumió que la quietud era algo con lo que se sentía cómodo.

Pero aun así, no sabía qué esperar de ese hombre cuando lo miraba de esa manera tan firme. Había ocasiones en que Shouto simplemente apretaba sus puños y se daba la vuelta para abandonar la habitación. Había otras veces, como esa, en que su creador estiraba su mano y comenzaba a acariciar... acariciar lo que encontrara a su alcance. A veces era su cabello, otras sus mejillas y sus párpados. Y en muchas otras oportunidades fueron sus manos con las que siempre se detuvo por un largo tiempo antes de elevarlas a la altura de sus mejillas y hacer que fuera Izuku quien lo acariciara, quizá porque Izuku jamás lo hizo por voluntad propia.