Capítulo IV

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Tras aquel encuentro desafortunado con ese imbécil me dirigí a mi coche para ponerme en marcha hacia mi siguiente destino, la comisaría donde la policía tenía detenido a Liam. Ese chico nunca había sido alguien muy inteligente, sus padres tenían dinero y eso era suficiente para sacarlo de muchos líos y de poder entrar a una de las mejores universidades. Lo peor era que cabía la posibilidad de que con todo ese dinero pudiera salir fácilmente de prisión, por lo que debía de darme prisa si quería sonsacarle algo de información al chaval.

Me subí a mi coche y rápidamente conduje hasta la comisaría, Colin me había mandado la dirección a mi teléfono, tardé como media hora en llegar, la universidad no era muy céntrica que digamos. En cuanto llegué me dirigí de inmediato al interior del lugar, por suerte, Davina me esperaba en la entrada.

—Colin está con los agentes que lo detuvieron. El jefe del departamento quiere hablar contigo antes de que pases con Liam. —

—¿Ha dicho algo que nos pueda ser de ayuda? —Le pregunté.

—No realmente, cuando llegamos ya estaban en proceso de liberarlo, al parecer tiene una coartada, eso y un buen abogado, por lo que tengo entendido es uno de los mejores del país.

—Por muy bueno que ese tipo sea, si Liam es el culpable en este caso acabará pagando por su crimen. Ni todo el dinero del mundo, ni el abogado mejor pagado podrán hacer que se libre de ello, te lo aseguro.

Caminé hacia la oficina del jefe de la policía, al llegar llamé a la puerta, como bien Davina me había comunicado, él ya me estaba esperando, por lo que me vio inmediatamente y me invitó a pasar. Abrí la puerta y entré.

—Buenos días, soy la agente especial del FBI Yelina Cruz, un gusto conocerlo agente Gómez. —Dije tras leer disimuladamente su placa, pues no sabía su nombre.

—El gusto es mío agente Cruz, como bien sabe soy el encargado del caso de la Helena Surchs, la joven desaparecida anoche. —Gómez era un agente no muy mayor, debía de rondar los cuarenta y muchos y los cincuenta y pocos. No tenía cabello. De constitución era delgado y alto, bastante alto en realidad. Sus ojos eran verdes y su piel blanca.

—En realidad ahora nosotros somos los encargados de ese caso, usted fue quien nos los pasó, ¿me equivoco? —Enarqué una ceja y lo miré de arriba abajo, había oído hablar de él en alguna ocasión, le gustaba llevarse el mérito de todo, pues aquí eso no iba a suceder.

—Sí, tiene usted razón, el caso se lo pasamos al FBI porque pensamos que la desaparición de esta joven puede estar relacionada con el asesino en serie que asola las calles en estos días. El móvil es el mismo, una chica joven y guapa que desaparece en medio de la noche sin dejar rastro.

—¿Por qué entonces liberó a Liam? Debería de saber que fue el último en ver a Helena esa noche y que además estuvo relacionado con el caso del Ángel. No debió dejarlo ir tan fácilmente.

—No pude hacer más, tenía una coartada.

—Al igual que la tuvo en el caso del Ángel con su ex, la cual fue asesinada. Quizás debería de pensar un poco las cosas en lugar de tomar decisiones tan a la ligera.

—No puede hacer nada agente Cruz, él tiene una coartada. —Repitió.

—Y tendrá una para lo ocurrido ahora, como tendrá muchas más para los futuros crímenes que cometa, porque señor, él es un criminal, lo vea por donde lo vea.

—Pues yo no pude hacer nada, espero que usted tenga más suerte. —Él me miró con cierto desagrado y luego se dirigió a la puerta de su oficina para guiarme hasta la sala de interrogatorios, donde Liam y Colin se encontraban tras aquel espejo especial. Yo podía verlos a ellos, pero ellos no podían verme a mí.

El misterio de Helena Surchs- ✨Ya en físico✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora