Gerita

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Feliciano pudo jurar haber visto a Lugwig pero cuando volvía a mirar no había nadie en ese lugar.

"Estas alucinando" se dijo a si mismo. Le había puesto una orden de alejamiento y ya no podría hacerle daño nunca más. De seguro solo estaba un poco paranoico con los secuestros que han habido por toda la ciudad, su miedo solo era resultado de la traumática relación de formó con el alemán creyendo que así olvidaría a su único amor.

-Jeje soy un tonto- comenta solamente para si mismo continuando con su labor.

Odiaba con ganas el lugar donde trabajaba, básicamente por el creía que cocinar era un arte y lo que hacia en la cocina era de todo menos hermoso. Igualmente necesitaba el dinero y no podía irse ya que sería difícil conseguir otro.

Siguió limpiando la mesa con rapidez para seguir con la otra y así se pasaría todo el día, aveces se sentía frustrado como si estuviera desperdiciando su vida en un lugar con ese.

Lo que el risueño muchacho no sabia era que a unas calles de distancia el alemán planeaba el como terminar con la vida del castaño, si no iba a ser de él no sería de nadie más era así de simple.

¿No te gusta tú vida? Creo que ahora te va gustar menos.

Espías, Acosadores, Asesinos Y Otros Locos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora