Capítulo 16

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No

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No. No eran ellos. O eso era lo que Bulma quería creer.
Esto no es posible ¡Pero si tu vives aquí con tus padres! —casi gritó la joven tapando su boca al sentirse tan incrédula.
Vegeta frunció el ceño. Si. Era obvio que ella también había visto aquello. Llevamos dos años, mi familia y yo viviendo en esta casa, pero...al mudarnos... —explicó él lento— Yo sentía que ya había estado aquí...todo era tan cálido, tan familiar, pero a la vez... nostálgico... —dijo después con la mirada pérdida y tanta tristeza que hasta a la azulada le pesó— La primera semana en esta casa fue extraña. Todo me molestaba, y sentía un hueco en mi pecho que nada lo llenaba. A veces tenia ganas de gritar, de llorar incluso... —siguió relatando diciendo lo último entre dientes. Bulma enarco una ceja sorprendida de que él le contara todo aquello— Las más de las veces no quería comer...me sentía...muy sólo...
Bulma estaba perpleja. No supo que decir a todo eso— ¿Desde cuando sueñas conmi...? —preguntaba ella pero se interrumpió— ¿...con la Bulma de...nuestros sueños? —se corrigió sacudiendo su cabeza. “Esa Bulma no soy yo, esa Bulma no soy yo” se repitió varias veces en su cabeza.
Desde que tengo memoria... —respondió el peli-flama encogiéndose de hombros como si no fuera la gran cosa. Los ojos de la azulada se abrieron enormes.— Primero comenzó como solo...atisbos...borrones de una cabellera azul. Luego yo fui creciendo y mis sueños lo hacían conmigo. Desarrolle tantos nervios que cuando te conocí en la primaria... pues...ya sabes...Mis padres querían ir a disculparse con los tuyos, por cierto. Pero después de que paraste en el hospital, ya no supimos nada de ti. No regresaste a la escuela.
¿No regresé?...  —preguntó ella exaltada. Tenia vagos recuerdos de haber vuelto a la escuela por lo que sería un mes y después la cambiaron de colegio.
¡No lo hiciste! —exclamó él un poco fuerte— ¿Ya no recuerdas? —habló luego frunciendo el ceño— Ni siquiera pudimos encontrarte en el hospital. Yo estaba tan convencido de que no fue malo lo que te hacia que mis padres me llevaban a rastras ese día, pero nos informaron que tus padres habían movido influencias para que te dieran de alta y no supimos ya nada de ustedes —Vegeta tomó algo de aire y continuó— Mis padres son muy estrictos, e incluso averiguaron su dirección, pero...ustedes se habían mudado.
Bulma sintió un mareo repentino. Ella no podía lidiar con tantas cosas. Ella era sumamente sensible. Vegeta la sostuvo con rapidez antes de que la joven cayera al suelo.
¿Estás bien? —inquirió el chico alarmado. Bulma no respondió. Vegeta sólo atinó entonces a llevarla a la sala para que se sentara.
Bulma estaba perdida en sus pensamientos y en los que creía eran sus recuerdos. La oji-azul estaba prácticamente segura de que ella había vuelto a la escuela. Si la habían cambiado de colegio, si se había mudado, pero no encajaba con el tiempo que Vegeta le relataba.
Pero entonces en un momento de lucidez, recordó la cruda verdad de la que se había enterado. Un flasheo azotó su cabeza. No era los típicos recuerdos de la Bulma de sus sueños, era ella de niña llorando en un rincón en una sala acolchonada y por completo blanca. Abrían la puerta y ella comenzaba a gritar, gritar con terror, con pánico.
Vegeta estaba frente a ella cuando volvió en sí. El sostenía las mejillas de la chica y la miraba afligido limpiando el rostro de la muchacha con sus pulgares. Bulma tardo en darse cuenta que lo que Vegeta limpiaba eran lágrimas.
¿Estás bien?  —preguntó el peli-flama por segunda vez con voz susurrante. Más lágrimas resbalaron por las mejillas de la chica. Ella tardó unos segundos pero asintió.
¿Qué pasó? —cuestionó un poco severo el joven.
Sus ojos se encontraron con los de la azulada y vio lo devastada que estaba Todo lo que creía saber acerca de mi vida es una mentira... —chilló la muchacha. Más lágrimas resbalaban por sus mejillas— Vegeta... —jadeó después con la voz desgarrada. Ella limpió sus lágrimas con el dorso de su mano, una y otra vez su dorso pasaba por su rostro pero las lágrimas no dejaban de brotar.
Tranquila Bulma... —habló suavemente Vegeta. Bulma lo miró impactada, y cautivada por lo melódica que había sonado su voz sobre todo al pronunciar su nombre. Su corazón se aceleró— Por eso estamos aquí...para descubrir que es lo que significan todos estos recuerdos. Estás cosas...no quiere decir que toda tu vida sea una mentira... —comentó después con una sonrisa compasiva, mientras acariciaba el cabello de la chica.
Ella soltó un sollozo. Sus ojos se llenaron de lágrimas de nuevo.
¡No! Es que no entiendes. Hasta hace unos días, yo creía que estos raros sueños, toda esta locura, jamás me había pasado hasta que te conocí —exclamó la joven, con su voz subiendo cada vez más de tono; se oía su angustia total, su desesperación— Pero me vengo a enterar que esto ya me había pasado de niña. Que todo empezó después de que caí en crisis cuando me empujaste aquella vez a la fuente de la escuela, que sufrí de esos abominables sueños donde un sujeto me hacia o le hacía a esa Bulma terribles cosas. —un sollozó ahogo su última palabra— Que ahora descubrí que ese sujeto es Yamcha...y aunque trato de convencerme de que no es el mismo su sonrisa siniestra viene siempre a mi mente... —ella jadeó hecha un mar de lágrimas aspiró hondo y continuó— ¡Ya no puedo! No puedo con esto...Vegeta...yo no puedo... —gimoteo tirando levemente de sus cabellos azules. De pronto Vegeta la abrazó...ella se quedó estática. Su corazón latió muy rápido, casi como si quisiera salírsele del pecho, y podía sentir también el corazón del joven igual de agitado que el de ella golpeando contra su pecho. La calidez la tranquilizó al instante.
Por eso debemos descubrir que es lo que pasa. Cuando tu ya no puedas, cuando sientas entrar en pánico, yo estaré ahí para ayudarte. —susurró el peli-flama en su oído.
¡Vegeta! —musitó ella sorprendida.— Veo que tienes un lado no tan odioso... —dijo ella después limpiando las lágrimas que quedaban en su rostro.
Vegeta sintió sus mejillas sonrojarse. El chico se separó de golpe de ella y giró su rostro a la vez que se cruzaba de brazos— Yo solo...quiero saber que pasa con todo esto... —habló de forma abrupta— ¿Quieres algo de tomar? —dijo después soltando un leve gruñido cuando vio a la chica sonreír un poco burlona. Ella asintió. Vegeta se puso en pie.
Sube las escaleras...entra en la primera puerta...espérame ahí... —casi ordenó.
Bulma hizo un puchero y se cruzó de brazos, pero al final hizo lo que el peli-flama le había pedido.
Al entrar al lugar indicado, los nervios la comieron viva al darse cuenta que ese cuarto era la habitación de Vegeta. Pero claro que sería su habitación! ¿Qué esperabas?” la abofeteó su subconsciente. Ella tragó saliva de forma audible.
Ya te he dicho que no tienes nada de que preocuparte. —se escuchó una voz a sus espaldas. Ella se giró sobre saltada para ver a Vegeta con dos vasos con refresco. El chico le tendió el vaso y tomó del suyo. Bulma dudo por un instante mirando su bebida.
Vegeta la miró atento y enarco una ceja— No me drogaras...¿Verdad? —habló la joven por fin.
Vegeta sonrió de lado— Sabes que no soy esa clase de chico. Si yo quiero algo de una chica hago que ésa chica me lo de voluntariamente. —explicó regodeándose por eso.
Bulma hizo una mueca de disgusto. En realidad...no...no sé que clase de chico eres. Recuerda que no nos conocemos... —contestó la muchacha girando su rostro hacia otro lado.
Bulma...bien sabes que de alguna manera tu y yo nos conocemos, más que por un par de años de primaria y éstos meses de éste año. De alguna forma...siempre te eh visto. Eres la chica de mis sueños... ¿Cómo no conocerte? —la voz de Vegeta se había suavizado. Era extraño cuando eso ocurría. Bulma suspiró. La chica se sentó en la cama del peli-flama.
Ya...solo... muéstrame la dichosa libreta... —habló ella de forma cansina. Enterró su rostro entre su mano libre y suspiró con fuerza. Vegeta caminó hacia su escritorio y de uno de los cajones sacó su libreta. Regresó de nuevo junto a Bulma quien solo jugueteaba con su cabello con la mirada perdida en el suelo. El se sentó junto a ella consiguiendo atraer su atención. Le tendió la libreta y miró hacía otro lado.
Bulma miró aquel cuaderno como si de pronto se fuera a abrir sólo. Trago saliva y sus manos rozaron la portada. Toda ella comenzó a temblar. Sostuvo la libreta con la mano que tenía libre y comenzó a hojear sin leer en realidad. Vegeta solo la observaba atento. De pronto ella se tenso. Trató de tragar pero no podía, sentía su garganta demasiado seca de nuevo, sentía que ni siquiera podría hablar. Le dio un trago a su refresco y le costó demasiado pasárselo. Aún no leía todo con claridad, pero al pasar las hojas, había visto el nombre de “Yamcha” en algunas páginas y también había alcanzado a ver la fecha, lo cual era lo que la confundía más. Ella palideció. Un sudor frío la recorrió, sus manos temblorosas apenas si podían sostener lo que ella estaba agarrando, y de golpe, lo inevitable sucedió. Tanto la libreta como el vaso se le escabulleron de las manos. Vegeta se apresuró a agarrar el vaso para que no se rompiera, sin embargo, éste al caer en sus manos se volteó en su dirección derramando el contenido sobre toda su camiseta. El joven gruñó y Bulma lo miró apenada.
Yo... —Bulma sintió un nudo en su garganta. Ella cubrió su rostro porque sentía de nuevo las lágrimas picando en sus ojos— Lo siento... —masculló con su voz amortiguada por sus manos.
No te preocupes... —respondió de forma seca Vegeta. El chico se levantó dejó el vaso en la cama y se dirigió al baño.
“El nombre de Yamcha está escrito en su libreta” pensó Bulma aún sin destaparse la cara.
“El ya me había mencionado que había soñado que Yamcha me lastimaba, igual que yo...pero...” siguió hilando ella. “Pero la fecha de esas páginas...es mucho antes de que yo supiera quien era el sujeto de mis sueños” ella aspiró profundo “Eso significa que Vegeta ya sabía desde antes que ese...«tipo» era Yamcha?! ¡¿Él ya lo sabía?!” la joven comenzaba a alterarse. Sus manos se dirigieron a su cabello azul y tiró de el con desesperación. Sus ojos estaban perdidos, pues su mente seguía divagando.
Ella se agachó de golpe para alcanzar la libreta la cual si había caído hasta el suelo, y la abrió.
Mientras tanto Vegeta se quitó su camiseta. En verdad se había mojado toda, y su pantalón también otro poco, pero por lo mientras solo se cambiaría su camiseta. El peli-flama se giró hacia la puerta, pero se quedó estático al recordar que la cajonera donde guardaba su ropa estaba afuera, y Bulma estaba ahí. El joven soltó un gruñido enojándose consigo mismo por no preveer esa situación antes.
De la nada un fuerte estruendo llegó a los oídos del joven. Era el ruido de cristal romperse. Vegeta salió de inmediato del baño y miró a Bulma en el suelo. El vaso estaba roto a un lado de ella, quien no paraba de llorar otra vez.
Yo...yo... —decía ella. Estaba confundida, no sabía que pensar, todo le daba vueltas y se sentía muy estúpida por estar lloriqueando tanto.
¡¿Qué hiciste Bulma?! —preguntó Vegeta alterado. Un flasheo invadió su mente, de ella tirada en el suelo desangrándose. Él entró en pánico y se agacho junto a la azulada. Notó que la joven había leído más de la libreta, pues esta estaba abierta frente a ella y a un lado estaban los pedazos de vidrio del vaso.
Perdón... —la voz de la chica estaba teñida de angustia— Solo...me resbalé de la cama y el vaso se vino conmigo...yo... —balbuceaba ella ya hecha un mar de llanto, dirigiendo sus manos a los pedazos de vidrio para levantarlos. Vegeta detuvo su mano de la muñeca y negó mirándola serio. Después tan solo la tomó entre sus brazos y la abrazó con fuerza— No importa el vaso, mujer ¿Tú estás bien? —inquirió Vegeta sosteniéndola contra su pecho. Bulma se aferró al chico y aspiró su aroma.
Si...lo estoy...creo...no sé... —habló ella entrecortada y agobiada— Esto es excesivo. De veras que ya no puedo. Es tan irreal.
Vegeta sintió las lágrimas de la joven en su pecho. El acarició su cabello azulado— Bulma... —vociferó el sintiéndose triste por verla de esa manera.
Ya leí algunas cosas ¡Me asusta! Has soñado varias cosas que yo también eh soñado. Has visto esos mismos flasheos que yo cuando cruzamos algunas palabras ¡Es increíble! ¡Me aterra! Me aterra que tu ya sabías que Yamcha era el sujeto que me lastimaba en mis sueños. Me llena de pavor que ambos lo veamos a él como ese sujeto, que ambos lo matamos...tengo mucho miedo Vegeta. Me estoy volviendo loca, los dos...estamos... —ella sentía que el aire le faltaba. Sentía que estaba a segundos de desvanecerse. Vegeta lo notó y la tomó de las mejillas un poco brusco sin querer y rápido.
¡Respira Bulma! —habló el con fuerza mirándola directo a los ojos— Solo respira. Ten calma mujer —siguió mirándola con intensidad y con muchas emociones que ni el mismo se podía explicar. Ella todavía temblaba, todavía respiraba errática, pero poco a poco se fue normalizando. Los ojos negros de Vegeta la llenaban de paz—
Te dije que yo estoy contigo mujer —le recordó él con voz fuerte y un poco severa— No cargues esto sola. Tu y yo...solo nosotros nos podemos apoyar. Solo podemos hacer esto nosotros dos, ya que cualquier otra persona nos tacharía de locos.
Bulma soltó un respingo por lo último dicho por el peli-flama, recordando a sus padres. Sabia que Vegeta tenía cierta razón.
De pronto Vegeta la levantó de golpe, cargándola en sus brazos. Ella jadeó. El caminó hacia la cama y la dejó allí con suavidad.
Necesitamos estar juntos para hallar un sentido que nos convenza a esto. —le dijo Vegeta colocando un mechón de cabello de Bulma detrás de su oreja.
¿Por qué?... —susurró la joven— ¿Por qué debemos si ni siquiera nos conocemos? —a completo después de unos segundos de silencio.
Vegeta suspiró e hizo una mueca— No entiendo cómo...pero yo te conozco Bulma. Siento que te conozco de toda una vida... —insistió él agarrando a la peli-azul de nuevo de las mejillas— Conozco tu rostro... —sus pulgares acariciaron suavemente la piel de su cara— Tus ojos —la miró tan intenso, tan profundo, que ambos se perdían en la mirada del otro. Ella cómo si entrara en un abismo sin fondo y él cómo si se sumergiera en el océano— ¡Y Dios! Tus labios Bulma —en su voz se oyó cierto tono de desesperación y su mirada se detuvo en la parte mencionada. Bulma entre abrió sus labios rojizos y sintió su ritmo cardíaco acelerarse. ¿Por qué se sentía tan atraída a él?— ¡Esos que ya probé en sueños y en la vida real! —prosiguió el peli-flama con los ojos oscurecidos y la voz ronca— No creas que eres la única irritada. Yo también quiero saber con desesperación. Quiero entender. Comprender cómo es que desde siempre soñé esa inconfundible cabellera azul celeste, y ahora, cómo si fuera yo quien te creo estás frente a mi. Tan delicada...tan perfectamente bella... —el joven soltó un suspiró— Fuerte, pero débil a la ve... —Bulma lo interrumpió de golpe al estampar sus labios contra los de él. Una revolución de emociones la invadió de la nada. Con desesperación sus labios se movían a la par y los deseos carnales los empezaron a controlar a ambos. Las manos de él la agarraron con fuerza de la nuca y fueron bajando poco a poco, por su cuello, su espalda, recorrió las curvas de la joven con ímpetu. Mientras tanto, las manos de Bulma también se paseaban por el torso desnudo del chico. Vegeta gruño al sentir el éxtasis que le causaban las suaves manos de la azulada y la atrajo hacía él más. Lentamente el cuerpo de Bulma terminó sobre el suave colchón y sobre ella el cuerpo de Vegeta. Él fue bajando lento dejando besos húmedos desde la comisura de los labios de la joven, por su barbilla y hasta su cuello, donde se detuvo y lamió un poco la piel. Ella soltó un gemido que ya no pudo contener y al instante sus manos se fueron a su boca tapándola.
¡De...detente...! —jadeó ella aturdida y con voz ronca. Vegeta se contuvo y se levantó mirando a la chica. Ella respiraba rápido, sus labios estaban hinchados y el labial se había corrido. Vegeta tocó sus labios descubriendo donde estaba el labial de la azulada. El también respiraba agitado, y no podía negar, que estaba demasiado excitado. Bulma estaba abrumada, porque jamás se había sentido así en su vida, y cuando sus ojos se cruzaron con los del peli-flama, el calor subió a sus mejillas de golpe. Y de pronto, de nuevo flasheos invadieron la mente de los dos. Imágenes de ellos haciendo el amor, llenaron sus cabezas. Bulma no miró a Vegeta a los ojos. Su rostro estaba completamente rojo de la vergüenza. Vegeta sonrió de lado y se acercó de nuevo a la joven. Él la agarró de la barbilla delicadamente y depósito un ligero beso sobre los labios de ella. Bulma suspiró.
¡Demonios! —se oyó la voz del peli-flama de súbito. La oji-azul brincó exaltada.
Vegeta veía su reloj— Ya es tarde para ir por Tarble... —exclamó el joven dirigiéndose a su cajonera de donde sacó una camiseta y se la puso.
Bulma... —habló él mirándola y se detuvo. No sabía que decir. Tenían tantas cosas que hablar— Vienes conmigo. Todavía no terminamos de arreglar nuestros asuntos...
La chica estaba tan aturdida, que ella solo asintió.

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