𝔼𝕩𝕥𝕣𝕒 𝒐𝒓𝒅𝒊𝒏𝒂𝒓𝒊𝒐

𝙂𝙧𝙞𝙩𝙖𝙧

Jaló sus cabellos con fuerza mientras gritaba. Era la primera vez que lo hacía sin que el miedo de llamar a las presas esté presente.

Pero la verdad era que Senkuu ya no temía ser cazado por algún animal. No tenía miedo de morir.

Un año había pasado desde que despertó. Contó los días, y cuando llegó al número 365, solo pudo sentir impotencia.

Una extrema rabia, tristeza y desesperación se había cultivado desde su primer día aquí. Necesitaba vivir en un lugar normal. Necesitaba salvar a sus amigos, pero ni siquiera él sabía cómo.

No entendía qué fue lo que lo despertó, y aunque lo hiciera, sería incapaz de saber cómo actuar para encontrar una cura para los demás.

Sus amigos y familiares seguían ocultos. De vez en cuando los visitaba y les daba a cada uno una ración de comida y algunas flores. Les había hecho ropas e incluso imaginó la vida de algunos, con tal de tener sobre qué hablar.

Sabía perfectamente que se estaba volviendo loco.

Ni siquiera tenía idea de por que seguía con vida, por que no se había suicidado.

Tal vez realmente le temía a la muerte, o tal vez tenía cierto deje de esperanza en despertar al resto de la humanidad.

O tal vez temía intentar suicidarse y fallar en el intento. Causando heridas graves que lo dejen agonizando en un mundo sin medicina.

El miedo carcomía su alma, y la desesperación devoraba sus huesos.

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