𝙍𝙚𝙘𝙤𝙧𝙙𝙖𝙧

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Sintió cierta calidez en el regazo de su alegre padre.

Definitivamente le gustaba estar en la costa, mientras amanecía y comía algo de fruta que él mismo acostumbraba recolectar desde hace dos años.


Hablo con él, bromeó, realizó preguntas, e incluso cantó con él. Siempre imaginando qué le diría a cambio. Realizándole preguntas a una estatua, sabiendo que él mismo se respondería. Sin embargo, se ilusionaba con que, en realidad, se trataba de la voz de su padre respondiendo animadamente.

Siempre se llevó bien con él. Nunca hubo altibajos en su relación.


Solía sensibilizarse al recordar las acciones amables de Byakuya. Como aquella vez que vendió su auto con tal de comprarle un laboratorio y herramientas de investigación a él.

Y un nudo se formó en su garganta al saber que nunca fue capaz de usar todos los elementos. Porque él era un simple niño común. Y si bien se interesaba por ser un científico, era incapaz de entender y recordar toda la información que solía estudiar.


Se sentía inútil.


Su padre lo subestimó, pensando que Senkuu sería capaz de lograr algo grande. Tal vez de ser un científico, o ingeniero, o tal vez el próximo cerebro revolucionario, uno que cambie al mundo. Pero la realidad era otra completamente diferente.


Porque Senkuu siempre fue lo contrario a lo inusual, a lo extraordinario o a lo único.


Nunca se perdonó no poder ayudar a su padre a ser un astronauta. Porque bien recuerda que en sus fantasías inocentes, dibujó un traje que ayude a su padre a pasar las pruebas de aptitud física. Sin embargo, nunca llegó a concretar nada.

Y Byakuya no fue nada más que un simple hombre alegre que adoptó a un niño que se interesaba en temas que ni siquiera él era capaz de comprender.


Los sueños de ambos nunca se pudieron lograr, y Senkuu sentía que estaba pagando las consecuencias.


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𝔼𝕩𝕥𝕣𝕒 𝒐𝒓𝒅𝒊𝒏𝒂𝒓𝒊𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora