PRÓLOGO
Holly suspiró mientras veía los papeles de información de aquella misión que Nick Furia le había asignado. No paraba de moverse, cosa que agradecía porque no paraba de pensar en aquella guerra en Nueva York. En la que estuvo a punto de morir. Estaba segura de que esa cicatriz estaría ahí de por vida, y la verdad es que le gustaba.
Una niña española llamada Paula, que era familiar de Rose, la panadera de Chicago, era discapacitada. Iba en silla de ruedas por una parálisis en una pierna y media en la otra, haciendo que tuviesen que operarla unas cuantas veces por problemas de la espalda, dejando cicatrices en aquellas partes. Ella siempre decía que las cicatrices eran algo bonito si le encontrabas el sentido. Que eran parte de tu historia. Eran parte de quién eres.
Y ella tenía razón. Holly ahora era parte de los Vengadores, además de la organización de S.H.I.E.L.D. Aquello la recordaba que no habían podido con ella ni en los peores momentos, sabiendo que estaba rodeada de gente que la quería por primera vez en su vida desde hace muchos años.
Aunque ella seguía sintiéndose sola. Es verdad que Natasha estaba con ella en la organización, pero no se veían tanto como querrían las dos. Cada una tenía sus misiones, y casi nunca tenían descanso. Solo para entrenar y estar en su casa descansando, y eran esos momentos los cuales aprovechaban, pero desafortunadamente, no eran muchos. Ya habían pasado dos años de la batalla con Loki, pero seguía afectada por todo lo que vio y pasó.
Maria Hill también la había ayudado mucho. Sobre todo facilitándole la adaptación en S.H.I.E.L.D. y en su apartamento de Washington D.C., en el cual era vecina de la Agente 13, Sharon Carter, una espía encubierta de parte de S.H.I.E.L.D., aunque ella no le caía muy bien. Holly pensaba y sabía que intentaba ser igual, incluso mejor, que su tía Peggy Carter, pero estaba claro que no lo conseguía.
Peggy Carter es una leyenda para cada agente de S.H.I.E.L.D., y Holly se informó sobre ella por ello, viendo que su querido amigo Steve Rogers fue su interés romántico en sus tiempos, antes de que el rubio fuese congelado. Holly, en cuanto vio eso, se puso en la piel del Capitán, imaginándose lo duro que habría sido despertar setenta años después sin su amada.
Clint Barton tampoco estaba por allí. Había decidido retirarse de S.H.I.E.L.D. Ahora solo estaba con los Vengadores, pero en ese momento se ocupaba de sus cosas. Cosas que Holly desconocía.
La chica caminó agotada por los pasillos del Triskelion, el cuartel general de S.H.I.E.L.D. sustituyendo al Helicarrier flotante de hace dos años. Iba dando asentimientos a todos los que la saludaban por los pasillos. La verdad es que todos ellos sabían su pasado, haciendo que muchos de ellos le tuvieran respeto, y me atrevería a decir que miedo. Recordaban la vez que Holly apuntó a Tony Stark con una GLOCK y no les gustaría pasar por lo mismo.
El teléfono de la castaña empezó a sonar y lo sacó de su bolsillo. En cuanto vio quien era, sonrió y lo cogió al instante.
- Hola guaperas. - le dijo Holly, haciendo que el hombre desde el otro lado rodase los ojos divertido.
- Hola Holly. ¿Qué tal por allí?
- Ocupada. - dijo ella sincera. - Pero tranquilo, tengo tiempo para mi soldado favorito. - dijo Holly abriendo la puerta de la armería para empezar a equiparse para su misión.
Steve rió desde el otro lado algo sonrojado. Aunque no se hubiesen visto en bastante tiempo, él seguía poniéndose nervioso con sus comentarios y a ella le seguía encantando.
- ¿Cuando vienes? - le preguntó Holly cogiendo las cargas de su GLOCK.
- En dos días máximo. Tengo ya todo listo para que me lo lleven allí.
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Monster [ s.r, 2 ]
FanfictionLa historia sigue. Una nueva etapa les espera. Holly y Steve se verán más de seguido, haciendo que su confianza vaya creciendo y nuevas facetas de cada uno se revelen. La oji-verde se verá en un gran aprieto, que decidirá el futuro de su ya complica...