Cuando un fax de ruptura llegó a casa de su amigo Changgu, Cho Jinho apenas fue capaz de creer lo que leyó en él. Pero no estaba dispuesto que Mister Alto, Rico y Encantador destrozara la vida de su amigo así como así. Antes pensaba darle algunas le...
—Me llamaron de todas esas formas en mi vida, pero prefiero que me llames Wooseok.
«¿Y qué tal mister Pelotudo?», pensó Jinho con amargura. Todo lo que había pensado decirle a aquel tipo mientras conducía hacía allí en el coche de alquiler había desaparecido misteriosamente de su cabeza. Nervioso, habló para rellenar el tiempo mientras pensaba qué decirle exactamente.
—¿Dijiste que casi nunca venís por acá?
—Casi nunca — asintió Wooseok, volviendo a sonreír—. Y te aseguro que esta vez no vine precisamente a levantarme una mina.
Jinho sintió que se ruborizaba, pero no apartó la mirada
—¿Entonces a qué viniste?
—Tenía un compromiso, pero... —Wooseok se encogió de hombros como si aquello careciera de importancia—. No estoy seguro de que él vaya a aparecer.
—¿Él?
—Es un asunto del que tengo que ocuparme, pero no se trata de nada personal.
El estomago de Jinho se encogió.
—¿Entonces de qué se...?
Él lo interrumpió con un movimiento de cabeza.
—No es nada importante. De hecho, me gustaría poder olvidarlo de una.
Jinho dio un largo sorbo a su bebiba, soprendiéndose al notar que su mente empezaba a aclararse. ¿Nada importante? ¿Algo que le gustaría olvidar? Aquel tipo estaría allí para hablar con Changgu sobre su relación y sin embargo se había puesto a 'chamuyar' descaradamente con él.
Tal vez fuera dolorosamente sexy y tuviera el poder de hacer que sus hormonas enloquecieran, pero seguía siendo un miserable de sangre fría . Un hombre que se creía capaz de conseguir lo que quisiera de cualquier persona sólo con sonreír y sacar a relucir su encanto. Evidentemente, le gustaba el reto de 'chamuyar', pero tenía que tener el corazón de piedra para ser capaz de tratar a Jinho como lo había hecho.
Estaba deseando borrarle la sonrisa de la cara. Pero, de pronto, la posibilidad de hacerlo en aquel momento le pareció demasiado sencilla. Lo más probable era que Jung Wooseok se fuera sin sentirse afectado en lo más mínimo.
—¿Otro trago? —preguntó él, señalando el vaso semivacío de Jinho.
Él asintió.
—Sí, gracias.
Mientras Wooseok llamaba al camarero, Jinho comprendió con sorpresa qué era lo que él quería.
Venganza. Eso era lo que quería. Pero eso no tenía sentido. Había ido allí para averiguar cómo era Jung y para tratar de suavizar el golpe que iba a recibir Changgu; sin embargo, con cada segundo que pasaba supo que lo que buscaba era vengar a Changgu, y tal vez un poco a sí mismo.
El deseo de venganza era algo nuevo para Jinho, y iba contra su instinto profesional. Pero eso no evitaba lo que sintiera. Mientras Wooseok seguía hablando sobre la música o algo igualmente neutral, el menor en estatura supo que, fuera o no razonable, iba a obtener su venganza.
—¿Qué te parece? —preguntó Wooseok.
—¿Disculpame?
—¿Qué pensas de esta música? —dijo él, sonriendo.
—Es malisima —murmuró él, preguntándose si Wooseok seguiría sonriendo si estuviera en lugar de Changgu, si otra persona a la que quisiera lo dejara de una forma tan fría y cruel como la que él, hombre incapaces de asimilar nada que afectara su auto estima.
—Capas que el problema es que me estoy poniendo viejo para escuchar esta música.
—La edad no tiene nada que ver —el alcohol a hacer su efecto relajante, pero nada podía frenar el efecto que la sonrisa de Jung Wooseok ejercía sobre Jinho —. Es bastante horrible.
—Es lo mismo que pienso yo.
Los pensamientos de Jinho estaban muy alejados de la música. Comprendió que si quería vengarse de aquel hombre sólo tenía hasta la noche de navidad para hacerlo. Entonces volvería Changgu.
Wooseok se inclinó hacia Jinho con una sonrisa especialmente sensual en los labios.
—¿Añoramos algunos temitas viejos?
Jinho supo en ese instante qué iba a hacer. Antes de poder replantearse sus acciones, alargó un brazo para tomar su billetera de la barra.
—Bancame. En un toque vuelvo — murmuró bajando del asiento—. Necesito refrescarme.
Se encaminó rápidamente hacia una flecha luminosa que indicaba la dirección de los servicios. Una vez en el otro lado de la barra, fuera del alcance de la mirada de Wooseok, se detuvo e hizo una señal a otro camarero.
—¿Sí, lindo? —preguntó el joven—. ¿Qué puedo hacer por vos?
—¿Un favor?
El camarero sonrió.
—Lo que quieras, amor.
—Hay un hombre pelo negro, fachero, alto y de ojos negros fuertes sentado al otro lado de la barra tomando un whisky. Su apellido es Jung. ¿Podrías darle este mensaje?
El camarero apoyó las manos en la barra y se inclinó hacía él.
—¿Qué mensaje?
—Decile que Yeo Chaggu dejó un mensaje para él. Que no va poder venir a su cita. Que todo terminó y que piensa seguir con su vida adelante.
—¿Algo más?
Jinho sacó un billete de veinte pesos pesos de su billetera y lo alargó hacía al camarero.
—Asegúrate de que no sepa que yo fui él que te dejo el mensaje.
El camarero miró el billete, lo tomó y se lo guardó en el bolsillo.
—¿Jueguitos? —murmuró sugerentemente.
—Algo así —contestó Jinho, escondiéndose los hombros.
—Entonces empezamos con los jueguitos —el camarero le guiño un ojo y se fue al otro extremo del bar.
—Adelante con los jueguitos —murmuró Jinho con desagrado, aunque más desagradable eran lo que se iba a encontrar Changgu cuando volviera. Se volvió y fue a los servicios.
Tras refrescarse la cara con agua fría, miró su reflejo en el espejo. Eternamente no había cambiado. Seguía siendo el doctor Cho Jinho. Sin embargo, sabía que algo había saltado en su interior en el momento en que se había visto cara a cara con Jung o Wooseok o como quiera que se llamara.
Había ido allí para ponerlo en su lugar y hacerle avergonzarse de su forma de actuar, no para empezar su propio juego de seducción. Pero eso era exactamente lo que se disponía a hacer.
un poco tarde pero feliz cumpleaños al líder más capo hui
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te mereces un montón de cositas bonitas en tu vida, te amo mucho <3
