capítulo cuatro

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  Jinho se volvió hacia su derecha, preparándose física y mentalmente para enfrentarse a Yang, pero en lugar de éste encontró una sonriente borracha mirándolo. Sin duda, no era ninguna diosa rubia. Era bajita, morena y tendría unos cincuenta años. Y apestaba a alcohol.

  Lo miró de arriba a abajo sugestivamente y luego isintió.

  —Es cierto. Llevas toda la vida esperándome, corazón. Admitilo

  «Te esperé como a la peste bubónica», pensó Jinho, pero se conformó con decir:

  —Perdóname. Pensaba que eras mi mujer.

  La señora masculló una maldición y movió la cabeza. 

  —Nos vemos, corazón —dijo, tomando su copa a la vez que bajaba de su taburete. Tuvo que hacer una pausa para recuperar el equilibrio antes de alejarse.

  —Acá tenes, lindo —Jinho deslizó la mirada del borracho al camarero, que dejó un vaso frente a él—. Son treinta pesos.

  Jinho sacó un billete de cincuenta pesos de su billetera y lo dejó en la barra.

  —Gracias —dijo.

  El camarero tomó la plata y se lo guardó en el bolsillo sin hacer mención del cambio.

  —Para vos soy Woo-joo. Si necesitas algo, llámame —dijo, guiñándole un ojo. Luego se alejó con la plata de Jinho en el bolsillo.

  Otra lección, pensó él mientras le daba un sorbo a su caro vaso de agua con limón y echaba un nuevo vistazo al espejo. Cuando su mirada se detuvo en un rincón en el que había un grupo apartado de mesitas, sintió que se quedaba sin aliento. Vio a un hombre sentado, solo, mirando a su alrededor. Encajaba a la perfección con la descripción de Changgu.

  Parecía alto, probablemente más de un metro ochenta , y su oscuro pelo estaba peinado hacia atrás sobre su rostro afilado y anguloso. Si aquel era Yang, estaba como un tren. Con la campera de cuero sobre una camisa con el cuello abierto resultaba devastadoramente masculino.

  El hombre volvió la mirada hacia la barra y sus ojos se encontraron con los de Jinho en el espejo. El impacto de aquel contacto impresionó tanto a éste que tuvo apartar la mirada.

  Esperaba que aquel tipo no fuera Yang. No se sentía capaz de enfrentarse a un hombre que, en lugar de enfurecerlo, hacía que los latidos de su corazón aceleraran y la boca se le secara. Dio otro rápido sorbo de agua, arrepintiéndose de no haber pedido algo con alcohol. No le habría venido mal la ayuda, sobre todo si iba a tener que levantarse para acercarse a aquél hombre.

  Dejó el vaso y cerró los ojos mientras hacía un par de lentas respiraciones para recuperar la postura. Cuando iba a volver a mirar al tipo, alguien habló a su lado.

  —Disculpame —dijo una voz grave voz masculina junto a su oído derecho.

  Jinho abrió los ojos, sobresaltado. Esperaba volver a ver la borracha pesada, pero estaba equivocado. A la vez que inhalaba una limpia y masculina fragancia, vio a su lado el hombre del espejo. Sus ojos eran de color negro, profundos haciendo la mirada más tensa y la sensualidad que Jinho había percibido desde la distancia se centuplicaba teniéndolo más cerca.

  ¿Yang? Todo encajaba, pensó Jinho, excepto su propia reacción ante la seductora sonrisa y la expresión de aquél hombre. Si aquél era Yang, ahora comprendía por qué Changgu estaba tan colado por él. A pesar de todo, una parte de su ser capaz de sonreír de aquella manera mientras estaba a punto de destruir a su mejor amigo.

  ¿Pero por qué sacar conclusiones precipitadas? ¿Y si aquél desconocido no tenía nada que ver con los Yang?

  Sin apartar la mirada de él, el tipo se inclinó junto a su oído y susurró, señalando el taburete contiguo al de Jinho:

  —¿Está ocupado?

  —No —logró decir él

  —¿Puedo invitarte un trago?

  Jinho se obligó a mirarlo, sintiendo un cosquilleo por todo el cuerpo cuando sus rodillas lo rozaron lentamente al ocupar el asiento. Si aquel era Yang, aquel contacto le vendría bien antes de que averiguara quién él. Y un poco de alcohol podría ayudar.

  —Por favor. Un... un gin tonic.

  El hombre llamó al camarero y, tras pedir el gin tonic y un whisky para él, volvió a mirar a Jinho.

  —No suelo hacer esto normalmente —murmuró.

  Jinho no podía apartar los ojos de él.

  —¿Disculpa?

  —Casi nunca voy a locales de este tipo, y no me acuerdo la última vez que invité una trago a un desconocido.

  Era una frase hecha, pura y sencillamente. Jinho se preguntó cómo se había 'chamuyado' a Changgu, qué le habría dicho, si sonrió de aquélla, manera pretendiendo no haber hecho nunca algo así.

  —No me acuerdo la última vez que dejé que un desconocido me invitara un trago— respondió.

  —Entonces deja que me presente. Así dejo de ser un desconocido.

  Pero antes de que el hombre pudiera decir nada más, el camarero volvió con las bebidas. El desconocido sacó un billete y el camarero le devolvió el cambio de inmediato. Luego se volvió hacía Jinho, sonriente.

  —Soy Jung Wooseok.

  Jinho supo que era él, definitivamente. En ese momento se dio cuenta que su amigo escribió mal su apellido, por que el lo pronunció diferente a lo que puso Changgu en los faxs

  —Ahora supongo que me vas a decir tu nombre —añadió él.

  —Cho Jinho — dijo tras un largo silencio. Esperó a que Jung Wooseok lo reconociera, pero este no pareció hacerlo. O Changgu no le había hablado de él a su supuesto novio, o él no lo había escuchado cuando lo hizo.

  —¿Jinho? ¿Es un diminutivo?

  —No —tras dar un sorbo a su bebida, Jinho preguntó—: ¿Y a vos cómo te llaman? ¿Woo, Wuso, Wooseokie... o tal vez Jung?

 

' meramente personal ' ; woohoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora