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Sin poder evitarlo y sin contenerse, Taehyung le dio la vuelta a la almohada de su cama y enterrando su cara en ella, soltó un grito amortiguado, mientras golpeaba la cama con sus pies en un berrinche de no querer ir a clases ese lunes.

Se había despertado hace media hora, y se había quedado unos buenos minutos mirando el techo de su habitación pensando en qué demonios hacer, si escapar o enfrentarse al día que le deparaba. No lo sabía.

Él solo quería evitar encontrarse con su alfa, luego de haber salido huyendo como un cobarde de aquella casa.

Si, efectivamente, había escapado de la casa de sus amigos cuando la fiesta terminó cerca de las 6 de la mañana mientras los invitados se encontraban vagando en un limbo entre la vida y la muerte luego de tanto alcohol en su sistema, sabía que muchos tendrían un delicioso dolor de cabeza cuando despertaran, y por fortuna para él no se había encontrado con ninguno de los chicos mientras aplicaba la maniobra ninja y salía de ahí lo más sigiloso posible.

Girando en su cama, abrazó la almohada mientras rememoraba los sucesos de hace dos noches, recordarlo aún le provocaba escalofríos. Se había despertado primero que todos, una mala y a la vez buena costumbre que su cuerpo tenía cuando dormía en casas ajenas, con el cuerpo doliéndole de la forma más deliciosa posible en los lugares correctos.

Y tenía motivos, después de todo lo habían hecho 2 veces más, hasta que el sol había empezado a salir, lo cierto es que quizás durmió cerca de 1 hora o 2, antes de despertar, pero cuando lo hizo se sentía de maravilla, no lo podía negar.

También había sido toda una odisea para él, pues cuando se despertó el fornido y pesado brazo de Jungkook lo abrazaba de una forma casi posesiva entre sus sueños, pero lo que más amaba de haber despertado en aquella situación, es que pudo apreciar como pocas veces había tenido la oportunidad en el pasado, de ver la cara dormida de su alfa la cual se le hacía sumamente tierna, pues sus facciones totalmente relajadas le daban una apariencia de un ángel al que él mismo sacrificaría su alma al diablo para verla diariamente, le encantaba mucho.

Le había costado el mismísimo infierno apartar de forma cuidadosa el brazo de Jungkook de su cuerpo, para luego levantarse con cierto nervio y miedo de la cama, moviéndose en silencio por la habitación mientras buscaba su ropa y se vestía, manteniendo un ojo de reojo sobre su alfa que permanecía durmiendo en la cama que minutos antes habían compartido.

Un recuerdo que nunca olvidaría, porque sabía que, a partir de ahora, luego de que él saliera de esa casa las cosas entre él y Jungkook cambiarían, pero le tenía miedo a ese cambio, por lo que se apresuró a vestirse con cuidado y sin hacer mucho ruido. Una vez estuvo listo y seguro de que no se le olvidaba nada, salió de la habitación llevándose consigo la diadema que había usado en la fiesta, la cual actualmente la tenía guardada en su caja de recuerdos personales. Cosas como esas simplemente no se superaban.

Había llamado un taxi que lo dejó directo en la entrada de su edificio y una vez dentro de su dormitorio una sonrisa tonta apareció en sus labios que no sabía muy bien porque había surgido. Se había tirado en el sofá y simplemente su mente vagó con libertad por los recuerdos de horas atrás, mientras no podía evitar sonrojarse y excitarse al mismo tiempo por ellos, se había sentido como un adolescente en todo su esplendor luego de que su amor platónico le hablara, solo que ellos habían hecho mucho más que hablar.

La decisión de salir huyendo de la casa surgió luego de que después de despertarse y se quedara unos buenos minutos apreciando el rostro de su alfa, a que mientras hacía eso el pensamiento de Jungkook despertando y el ambiente tornándose incomodo por él no saber cómo echarlo le hizo doler el pecho.

Little Fox [KookV/Híbridos]© PAUSADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora