¿De profesión? Espía

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Habían pasado cuatro meses desde que nos mudamos al complejo. No había sido sencillo acostumbrarse a la vida allí, al principio me sentí como si estuviera en unas buenas vacaciones... pero luego empezaron los entrenamientos. No es que fueran especialmente duros, podía aguantarlos perfectamente como lo llevaba haciendo las semanas de antes de mudarnos, el principal problema era el horario.

Me levantaba todos los días dos horas y media antes de ir a clase para el entrenamiento de por la mañana, a veces yo solo y a veces con algún otro vengador, normalmente Rhodey o Steve, y aunque me llevara genial con el primero, siempre rezaba porque cuando llegara a la principal sala de entrenamiento, él estuviera ahí.

Luego me tocaba entrar en el maravilloso mundo de la adolescencia americana. Cuando llegaba a ese instituto podía sentir realmente como bajaba de la cima del mundo al mundo real, donde era uno más del montón con el que Flash tenía especial fijación. Suerte que realmente solo era un friki metiéndose con otro friki. Por supuesto mi instituto era como cualquier otro, tenía una pirámide social donde deportistas y animadoras estaban en la cima y los frikis empollones en el último bloque. Yo nunca me consideré en la base de esa pirámide, creía que estaba un puesto por encima de esta, lo suficiente para que los líderes del instituto me dejaran en paz y solo gente como Flash que estaba a mi mismo nivel social, pero que se creía por encima, pudiera meterse conmigo... y principalmente era porque yo se lo permitía. No quería arriesgarme a contestarle y que acabara de una forma impredecible, así que simplemente le dejaba actuar y esperaba que terminara, con la esperanza de que se aburriera rápido, aunque esa esperanza cada vez era menor.

Por suerte tenía a Ned y a MJ que lo hacían todo un poco más soportable, no sé qué hubiera pasado si a uno de ellos no se lo hubiera llevado el primer chasquido. Esa era otra, el ambiente estaba un poco caldeado, los alumnos que no habían estado afectados por lo que ahora llamaban "El lapso", estaban a mitad curso cuando todos volvimos, por lo que les habían hecho empezar ese año de cero. Era todo un completo caos, una absoluta locura. La clase era completamente distinta, mucha gente que venía antes con nosotros ahora estaba en la universidad y muchos otros que ni conocía de lo pequeños que eran antes de la primera masacre, ahora eran mis compañeros. Un gran ejemplo era Brad Davis, que de ser el hermano pequeño había pasado a ser el mayor de la familia, y que estaba completamente loco por MJ, pero el pobre no tenía nada que hacer, de eso estaba seguro.

Luego cuando volvía a lo que me acostumbré por fin a llamar mi casa, me tocaba un segundo entrenamiento, siempre con, como mínimo, tres vengadores más, y al menos una vez a la semana nos asegurábamos de coincidir todos, al final teníamos que convertirnos en un verdadero equipo, y eso solo se lograba pasando tiempo entrenando juntos.

Todavía no habíamos realizado ninguna misión como tal ya que todo el mundo estaba demasiado vulnerable, incluyendo criminales, mafias, terroristas... por lo que nuestro trabajo era más ayudar y vigilar que detener. A veces me sentía más como un agente de seguridad que como un vengador, pero lo entendía y en verdad era bueno, significaba que no había nadie haciendo nada que no debiera hacer, pero no podía evitar sentirme un poco... decepcionado, por feo que sonara. Después de la batalla contra Thanos y estar casi viviendo durante semanas en una habitación de hospital, tenía ganas de acción, aunque estaba seguro de que en un futuro me arrepentiría de esos pensamientos y solo desearía la calma en la que vivíamos en esos momentos.

- ¡Peter!- escuché cómo gritaba Ned. En ese momento estábamos los dos en el comedor sentados solos una mesa. Los viernes MJ nunca comía con nosotros... en verdad no estaba muy seguro de qué hacía MJ los viernes, pero prefería no preguntar, aunque hubiera sido inútil hacerlo de todas formas.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué gritas?- contesté mirando a nuestro alrededor para ver si habíamos llamado la atención, pero nadie parecía hacernos caso, como era normal. Ventajas de ser invisible en el instituto.

QueensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora