Prólogo: primer contacto

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Taehyung y Jungkook eran una pareja bastante peculiar.

Comenzaron su relación a mediados de preparatoria.

Todo iba como viento en popa.

Mantenían su relación en una estabilidad impresionante.

Sus familias no podrían estar más felices por como el amor de sus hijos se mantenía inquebrantable con el paso de los años.

Pero no todo dura para siempre.

Jungkook ya no sabía como lidiar con su novio.

Taehyung seguía siendo el chico dulce y amable con todos, le trataba de la mejor manera siempre.

Y ese era el problema. Jungkook comenzaba a aburrirse de la perfección que rodeaba la relación.

Como todas las mañanas Taehyung fue el primero en despertar, mirando al pelinegro que yacía a su lado, su cabellera estaba en todas las direcciones, sus labios entreabiertos emitían ligeros ronquidos y su pecho subía y bajaba al compás de su respiración calmada.

El castaño salió de la cama y caminó hasta el baño dispuesto a tomar una larga ducha antes de irse a trabajar.

Su vida no podría ser más perfecta. Tenía un buen puesto en una de las empresas más importantes en comercio de Seúl, sus padres estaban bien de salud disfrutando de sus vacaciones de aniversario en Australia, y al mejor novio del mundo viviendo en la casa de sus sueños que ambos compartían.

Pero aquel día pese a su buen comienzo no parecía ser del todo lo mejor del mundo cuando antes de irse e intentar despedirse de beso con su pareja este le esquivó logrando que sus labios impactaran en su mejilla.

Taehyung se sintió desconcertado, pero decidió no darle vueltas al asunto. No tenía porque preocuparse, ¿Verdad?

Quizás Jungkook aún no había lavado sus dientes, por eso lo evitó.

Pero aquella sensación empeoró cuando al llegar a casa todas las luces estaban apagadas. Jungkook siempre llegaba antes que él puesto que su trabajo estaba más cerca de casa.

Suspiró repitiéndose nuevamente que no era nada y subió a su habitación, de pronto las ganas que tenía de cenar se esfumaron.

Aquella noche Taehyung se quedó dormido a altas horas de la madrugada esperando por el azabache pero este nunca llegó.

Hace un par de semanas su fiel secretaria se había dado de baja por maternidad por lo cual su jefe tuvo que conseguirle un reemplazo.

Park Jimin.

Un chico de 23 años con facciones delicadas, cintura pequeña, piernas bien formadas, un trasero respingado y claro con una personalidad agradable.

Jungkook no era ciego, el chico era hermoso. Tenía un par de labios llamativos y esponjosos a simple vista con un color rosa natural y de suave apariencia.

En más de una ocasión Jimin había coqueteado con él y el azabache solamente le rechazaba de manera sutil. Él ya tenía a alguien en casa. Pensaba.

Pero aquello no fue suficiente.

Jungkook quizás debió dejar las cosas en claro cuando el pelirubio le besó la primera vez, la segunda o la tercera.

Jungkook quizás debió frenarlo cuando se montó en su regazo en lugar de colocar sus manos en la cintura del contrario para acercarlo más a él.

Jungkook quizás debió pensar en alguien más que no fuera él mismo.

No supo en que momento había llegado a la habitación del rubio cuando solamente se había ofrecido a llevarlo a casa debido a las altas horas de la noche luego de aquella cena que se demoró de más.

Pero cuando el chico le ofreció una copa de vino para festejar su pronto ascenso, no pudo decir que no, pero las cosas se habían salido de control. Como todo en su vida últimamente.

La simple copa se convirtió en botella y lo que había comenzado como una simple plática de compañeros terminó en un encuentro sin fin de bocas.

Pero Jungkook tampoco pudo resistirse a los encantos de un coqueto Jimin bajo los efectos del alcohol.

El uniforme de Jimin quedó sobre el sofá de la sala su desnudez cubierta solo por sus boxers, siendo cargado por Jungkook a través de las escaleras hasta su habitación.

Oh, claro que Jungkook pudo hacer algo al respecto, pero simplemente no fue capaz.

BAD LIAR (KookTae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora