Penombra

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Mis pies se dirigen a paso tácito entre las húmedas veredas de la calle durante la lluvia, en busca de refugio, uno donde las huellas se tornen en silencio profundo. Llego a la hondonada cercana al parque y observo el mausoleo de la biblioteca que ha perdido el aire de misterio, envolviéndose en colores llamativos para atraer a la gente que no busca tal conocimiento.

Encuentro una mesa vacía cercanas a los barandales del segundo piso, es cuando llego al asiento cuando rompo en llanto interno, mientras mi rostro difuminado por las frías gotas de lluvia permanece inmóvil y nada perplejo ante mi huida.

Mi destino se ha visto ligado a llenar mi bolsillo, o de dinero o de papeles con deudas. Se que reflexiono mucho en lo mal que me hace sentir ser un engranaje en el reloj de las almas, pero sin embargo hubiese deseado que la elección me hubiese otorgado la real felicidad. Abro el polvoriento libro que portaba en mi mochila, intacto casi por arte de magia, leo cada palabra a modo de envolverme en las sabanas del subterfugio, una vez tratando de aislar mi mente del poco etéreo entorno que me rodea. Recibo tu mensaje, y te digo que estoy solo, que necesito compañía, que estoy cansado, que solo busco la libertad y que necesito tu impulso; aun así no tengo el valor de gritarlo y solo lo susurro entre palabras de decir que solo necesito tiempo. 

Una vez mas me encuentro ensimismado en la soledad, no aquella que elegí a modo de monacato hacia mi iglesia personal, mas bien a la soledad que te dan a entender que tienes, donde la superficialidad es la respuesta a la base del problema. Aveces no es tan simple como dejarlo, tanto como el escribir una novela y no finalizarla.

Desenfundo el cuaderno y empiezo a escribir y recitar una vez mas verso por verso, sacando desde lo mas profundo de mi mente el análisis descafeinado de la laguna de mis ideas, dando con poemas y desviaros sin sentido, viendo como el tiempo pasa y mi mano desgasta, viendo como mi corazón seco en la durezas de tanto infarto espiritual poco a poco da señales de latir en mis palabras, en cada símbolo que he de escribir, turno tras turno logro dar con las respuestas a mis vanas ideas.

Levanto la mirada con una ligera sonrisa, aun sabiendo que te esperare cuando llegues tarde, aun sabiendo que mañana será igual al día anterior, aun sabiendo que las ataduras siguen ahí, cadenas de acero que no son irrompibles, que deberé volver a levantarme, y sin embargo aun pesa.

Veo la hora de partir, las horas se fueron como segundos al arrancar las hojas de un calendario, aun en el ocaso de las hojas arrugadas de tanto forzar el carbón del lápiz que compraste en la calle ya que su diseño me pareció sencillo. Debo apartar las lagrimas de lado, una retirada estratégica rara vez deja daños. Esta vez deje ensombrecer ese cambio, ultima vez no será, pero si en el ocaso de esta veo como poco a poco la oscuridad cubre mi cuerpo, como una parte que debo aceptar de mi mismo.

Salgo del refugio, aun con la lluvia se que hay sol detrás, y mi sobra aun sonríe a este.   

MestiziaWhere stories live. Discover now