El fuste

17 2 0
                                    

Sobre la solitaria calle, en un día nublado y caluroso, de esos que dejan entrever el sol y cullos rallos queman más que un polvo con uno de esos desagradables coñetes que raspan más que una lija de uñas, un bolardo metálico se hallaba tumbado a los pies de un paso de zebra. Pasaba la gente y nadie de todos, quienes lo cruzaron, prestaron atención a aquel disfuncional fuste que ya quemaba por el pasar del día y su imbuido en metal.

Antonio el revientacabezasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora