➸Aquel Príncipe el cual cuidó por años finalmente se convirtió en un Rey, usando aquella corona de joyas y esa vestimenta elegante, estaba seguro de que no sería un Rey igual a ningún otro, no sólo porque su coronación fue en épocas de guerra, sino...
Finalmente había llegado la hora, las trompetas sonaron y fue entonces que el pueblo calló, emocionados y ansiosos en sus lugares.
Las puertas del castillo se abrieron, entrando por ellas un príncipe, cuyo cabello negro y ojos azules le daban una apariencia a los príncipes de ensueño, portando aquella vestimenta típica en la realeza, acompañada con una larga capa rojiza con detalles dorados y algodón en las orillas.
- ¡Demos la bienvenida al Príncipe Trollino! - la voz del consejero real resonó en toda la sala principal del castillo, haciendo que los habitantes del pueblo bajarán la cabeza ante el príncipe -
Trollino tragó grueso, sintiéndose nervioso al igual que ansioso, no tuvo otra opción más que alzar la mirada y avanzar a paso lento hacia el pequeño altar, caminando sobre una alfombra roja deslumbrante. A medida que avanzaba, las personas alzaban su cabeza para mirar al futuro Rey del Reino, sintiendo admiración ante la joven figura.
Sus ojos azules podían identificar a híbridos, humanos, incluso pudo ver a alguno que otro elfo, todos juntos, reunidos para aquel momento tan importante en la historia.
Pero su mirada se quedo fija en cierto híbrido perruno, a quien le sonrió con ternura, se encontraba junto al ejército cerca del altar de sus ancestros, por lo que estarían cerca durante la coronación.
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Todos fueron testigos de como la corona descendió hasta estar en el cabello pelinegro de Trollino, quien arrodillado frente a sus ancestros, les prometía guiar al Reino por buen camino.
Las personas no tardaron en aplaudir felices ante la coronación de un nuevo Rey, abrazándose entre sí y gritando con emoción. El anterior Príncipe se levantó con motivación, girándose a su pueblo y recibiendo el centro Real, se encaminó al trono con paso lento, sentándose en el suave cojín rojizo en el cual, estaba seguro que pasaría horas sentado.
- ¡Larga vida al Rey Trollino! - gritó con emoción el consejero real mientras todos admiraban la figura real que se encontraba sentada en el trono, aquel pelinegro portando una corona dorada con rubíes resplandecientes junto con el centro real dorado, en donde una gran rubí estaba adherida en la punta -
- ¡Larga vida al Rey Trollino! - repitió con más fuerza el pueblo, finalizando así la ceremonia de la coronación, pero iniciando la celebración por el nuevo Rey -
Inmediatamente el gran banquete hizo acto de presencia, las personas iban de un lado a otro, conversando, riendo y bailando; actos grandiosos fueron regalos para el nuevo Rey, quien los recibió con una sonrisa en su rostro desde su trono.
Las cosas iban de maravilla.
- Su majestad - el pelinegro sonrió más al ver arrodillarse frente suya a su amigo y guardia real, para después levantarse e instalarse a su lado totalmente firme, asegurándose que su, ahora Rey, estuviera protegido -
