Capítulo 1

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Amistad.

En un pequeño Reino mágico ubicado en medio de un bosque, los habitantes celebraban con danzas y juegos mientras reían y gozaban; aquel no era un día típico y rutinario para ellos, pues ese día celebrarían el ascenso a un nuevo Rey, uno en el que tenían confianza y aprecio.

Durante años, el linaje Real de ese reino en concreto era corrupto, los Reyes y Reinas gozaban de sus riquezas mientras el pueblo moría de hambre y cansancio, trabajaban sin parar para ganar tan solo un poco de dinero; cada padre le daba de comer a sus hijos mientras ellos mismos sobrevivían con agua y migajas.

En cuanto a la familia Real, tan solo lucia sus joyas de gran valor mientras no hacía absolutamente nada para ayuda a su Reino.

Pero una esperanza nació cuando un hijo indeseado fue dado a luz por la Reina, quien fue obligada a tenerlo y criarlo por el bien de la reputación que debían mantener; darlo en adopción no era una opción viable pues los Reinos vecinos se enterarían de tal barbaridad.

A la edad de los 10 años, el pequeño escapó del castillo, huyendo al pueblo para conocer a las personas que habitaban ahí, sentía curiosidad de como vivían, si sería mejor ser hijo de un campesino que de un Rey, si allí no maltrataban a sus hijos como lo hacían con él.

Se llevó una sorpresa al ver los felices que eran las familias a pesar de la pobreza, le llenaba de emoción ver a aquellas personas y sentía que no merecían eso, deseaba darles la vida que merecían, ya fueran híbridos, elfos o humanos, daba igual lo que fueran.

Hombres yendo de un lugar a otro, trabajando sin parar, mientras los niños corrían jugando a las atrapadas, sin ningún juguete caro y genial con el que jugar, las mujeres se mantenían en sus hogares, cuidando de la casa y vigilando desde lejos a sus hijos.

Al pequeño le hubiera gustado tener una familia así, humilde, que no le comprará juguetes que al final nunca usaba, que no le dejará de lado y le ignorará, que al menos pudiera intentar darle un poco de amor.

Pero eso nunca sucedería, sus padres eran las peores personas del mundo que había conocido y su hermano mayor era igual.

- ¿Vas a llorar? - una voz infantil se escuchó al lado del pequeño, se trataba de un niño castaño, de piel blanquecina y de ojos negros, el Príncipe supuso que se trataba de un híbrido, pues poseía orejas y cola de perro amarillas pero tenia apariencia humana de igual forma -

Los híbridos eran muy pocos vistos en ese Reino, sin embargo, siempre eran bien recibidos por los habitantes del pueblo, siendo uno más.

- No - contesto el pequeño, tomando con sus manos la capucha que cubría su cabello y parte de su rostro, temiendo ser descubierto por algún habitante o guardia que vagaba por allí -

- Bueno - el rubio sonrió mientras su cola perruna se movía de un lado a otro - ¿Cómo te llamas? - se acercó al Príncipe, dando a denotar la diferencia de altura, siendo el castaño un poco más alto - Yo soy Mike -

La actitud alegre y extrovertida del híbrido era algo muy extraño para el contrario, siendo que jamás había conocido a otro niño, pues su hermano era mayor por 7 años. No sabía como reaccionar ni que decir, por lo que retrocedió un poco como impulso, lo que fue notado por el más alto, quien se detuvo.

- No importa ¿Eres nuevo? - continuó preguntando, dando vueltas al más bajo con curiosidad notable, pero seguía sin recibir respuestas - ¿Eres tímido? No me molesta que seas callado, si quieres, incluso te puedo mostrar al pueblo -

Los ojos del Príncipe se sintieron atraídos por la hermosa sonrisa del contrario, tan deslumbrante y alegre. Asintió tembloroso mientras pensaba en lo bonita que era su sonrisa, a lo que el híbrido tomó una de sus manos y tiró de ella para que le siguiera, así que hizo caso y caminó a la par del más alto.

King | MikellinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora