18. Bob Taylor

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Era increíble pero cuando llegamos a la casa el auto de Angelina ya se encontraba estacionado en la entrada, como si nos hubiera jugado una carrera sin que nosotros nos enteráramos.

Escuché la queja silenciosa de Summer y la acompañé hasta la puerta de entrada. La chica sacó las llaves de su casa, sin embargo la puerta se abrió y su padre apareció en el umbral.

Era alto y debía rondar los cincuenta años. Lucía como un conductor de programa de televisión con su peinado perfecto y unas canas grisáceas comenzando a asomarse entre su cabello castaño. Tenía una mirada cálida y vestía un polo celeste y unas bermudas marrón claro.

El lado latino de Summer debía venir del lado de su madre ya que el señor Taylor lucía como el típico estereotipo del padre americano adinerado.

-¡Hola papá!- lo saludó Summer alegremente envolviéndolo en un abrazo que él no dudó en devolverle. Era evidente que ambos eran muy cercanos y a Summer no le avergonzaba demostrarlo.

Cuando se separaron, el hombre me miró. Su rostro cambió a la preocupación al instante.

-¿Qué te sucedió, muchacho?- preguntó con un tono alarmante.

-Conflictos universitarios- comenté con algo de vergüenza- Soy Varick Becher, un gusto conocerlo señor Taylor- le dije estirando mi mano que él estrechó.

-Por favor, llámame Bob.

Bob nos hizo pasar a su hogar. Era moderno y lujoso, recordé mi hogar y se sintió como si hubiera vivido en una pocilga toda mi vida.

-Siéntense en la mesa, ya hice la cena- nos dijo Bob y Summer me guió hasta el comedor.

Angelina ya se encontraba allí sentada con la mirada perdida en un caro y moderno cuadro colgado en la pared. Ni siquiera reparó en nosotros cuando nos sentamos en la mesa.

El señor Taylor trajo una bandeja con una tarta de verdura y una botella de vino que lucía bastante cara. No me gustaba ni la tarta de verdura ni el vino pero no era educado comentarlo así que cuando me sirvió la cena no dije nada más que un "Gracias".

-Háblame de ti, Varick- me dijo Bob mientras comíamos. Angelina no tocó su comida, sino que siguió con la mirada fija en la pared como si estuviera desconectada del mundo. Ni Summer ni Bob dijeron nada así que supuse que era una actitud normal en ella.

-Bueno, no sé por dónde empezar.

-Cuéntame de dónde eres, sobre tu familia, qué planeas estudiar, lo que quieras- me alentó el hombre.

-Siempre fui seguidor de los Chitas y desde chico mi pasión siempre fue el Handball y sabía que era algo a lo que quería dedicarme por lo que hice todo lo posible para ganarme mi puesto.

-¿Tus padres viven lejos?- me preguntó.

-Mi madre falleció hace un tiempo y no tengo una muy buena relación con mi padre- No quería hablar de mi hogar ni de mi familia para ser honestos. Bob pareció notarlo porque cambió el rumbo de la conversación con sutileza.

-Así que ya conocías a Angelina- dijo mirando a su sobrina.

-Lo hacía. Soy un gran fan de su trabajo, cambió a los Chitas para bien- dije. Bob miró a su sobrina.

-Angelina, no es educado ignorar a tus invitados- la regañó. Angelina tardó un momento casi infinito en levantar su mirada hacia mí, cuando lo hizo su mirada indicaba que tenía ganas de voltear la mesa y matarme a golpes.

Summer aplaudió de golpe y me sobresalté.

-Bueno- dijo, su voz casi demasiado alegre- ¿Vendrás a vernos al primer partido de los Chitas? Estaré animando.

Bob Taylor hizo una mueca.

-Lo lamento hija, sabes que estos meses son demasiado ocupados en el trabajo, quizás podré ir más adelante.

Summer asintió, no lucía sorprendida.

Terminamos la cena en silencio y Angelina volvió a su estado de ensimismamiento. Summer empezó a levantar los platos y su padre me hizo una seña.

-Ven Varick, conversemos un rato- me dijo- es una noche estupenda.

Angelina quitó la vista de la pared y miró a su tío. El hombre le devolvió la mirada pero ninguno dijo nada.

Me levanté y lo seguí hasta su parque trasero. El señor Taylor tenía razón, era una noche muy agradable. Hacía calor pero el viento era refrescante y el cielo estaba despejado por lo que se podían ver las estrellas en aquella zona apartada del centro de la ciudad. Me metí las manos en los bolsillos de los pantalones Adidas que llevaba y lo seguí mientras caminaba sin rumbo.

-Summer es una buena chica- me dijo el hombre- sé la imagen que pueden mostrar las animadoras pero ella es de perfil bajo, debes gustarle mucho.

Jadeé, realmente no esperaba que la conversación tomara aquel rumbo. Bob Taylor continuó.

-¿Eres violento, Varick?- me preguntó y realmente sonó curioso, no acusador.

-No- lo dije con seguridad- Mi padre lo era pero yo nunca seré como él.

-¿Qué me dices de tu rostro?

Tarde un momento en contestar.

-Unos idiotas estaban faltándole el respeto a Angelina, pero no debería preocuparse, no creo que vuelvan a hacerlo- aquello sería gracias a la Chita y no a mí pero no hacía falta aclararlo.

-Bien- me felicitó Bob posando una mano en mi hombro- un hombre debe hacer valer sus principios.

-Bob- dijo Angelina de pronto, ni siquiera la había oído llegar. Tenía su mirada fija en la mano de Bob sobre mi hombro- Summer está cansada y probablemente quiera despedirse de Varick y mostrarle la habitación de huéspedes.

-Cierto, cierto- concordó Bob y quitó su mano de mi hombro- buenas noches Varick.

Me despedí del señor Taylor y él y Angelina se quedaron en el jardín mientras yo me adentraba en la casa. Summer estaba terminando de secar unos platos y cuando me vió una mirada traviesa se dibujó en sus ojos.

-Estaba pensando- me dijo mirando el suelo- Sé que no ha pasado mucho tiempo pero...da igual, ven.

Tomé mi bolso y Summer me guió escaleras arriba hasta su habitación. Era grande y parecía salida de una revista de decoración. Había varios banderines de la Universidad del Paso y una infinidad de trofeos brillaban sobre una estantería.

Estaba tan concentrado observando la habitación que no noté que Summer se había acercado a mi lado. Acercó su mano a la mía y entrelazó nuestros dedos.

-¿Dormirías conmigo?- me preguntó, sus mejillas encendiéndose. Sonreí, lucía adorable.

-Claro- le dije y luego recordé a Bob- ¿Tu padre no dirá nada?

-Hoy es noche de Póker. Probablemente pasará la noche derrochando dinero y dormirá en algún Motel del centro.

-Oh- dije- está bien.

Ambos nos pusimos nuestros pijamas. El de ella era un femenino conjunto blanco de alguna marca de ropa interior y el mío era una vieja bermuda de Nike y una camiseta blanca.

Summer se inclinó sobre su cama y apartó los cobertores y las sábanas para sentarse sobre ella. Caminé hacia la cama y me senté a su lado. Ella me observó un rato mientras estábamos enfrentados y me acarició el rostro justo por encima de las lastimaduras. Dolía pero no me quejé, había soportado cosas peores.

-¿Te duele mucho?- me preguntó, preocupada- ¿Necesitas hielo o algo?

Negué, sólo quería irme a dormir. Ella asintió y se acostó de espaldas a mí. Me acosté a su lado apenas tocando su espalda con mi pecho y acuné su cabeza debajo de mi barbilla. Summer tomó mi mano y la llevó hacia delante suyo haciendo que rodeara su cintura con mi brazo y poco a poco su respiración se fue regulando hasta que se quedó profundamente dormida.

Aquella noche soñé con sangre y dolor.

Los ChitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora