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-Dejame entrar, Migue.

-No.

-Miguel...

-¡No, tú no!

Manuel terminó mirando en mala onda a Sebastian. Mientras, Victor estaba en una esquina de la habitación, brazos cruzados, sin saber que opinar a toda la situación jugando con sus pulseras.

Para que tengamos una mejor perspectiva debemos narrar el inicio y así poder ver que tan grande es el problema que tenemos ahora.

Para iniciar, Victor y Sebastian son pareja. Si, pareja. Y lo son en todo el sentido de la palabra. Son una pareja de amantes, de amigos, de novios, y de idiotas. Sobre todo de lo último.

Y bueno, Miguel y Manuel son eso. Miguel y Manuel. Y son idiotas sin ser necesariamente pareja. Entre ellos solo se ve una amistad de enemigos, ¿cómo es eso? Pues dejemos todo en que el Pisco es buen remedio para el alma, sea de donde sea. Es así que al menos llegan a la categoría de amigos... junto con algunas tensiones.

Asi es esto, Victor y Miguel son los amados peruanos carita de ardilla (en palabras de Manuel), y Manuel y Sebastian son los serios chilenos cara y cuerpo de palo (en palabras de Miguel). Los 4 son bellos a su forma, pero cada par de ellos vive en su propio mundo, en su dimensión.

Miguel y Manuel viven en el LatinHetalia, mientras Victor y Sebastian existen en el Countryhumans. ¡En la vida se podrían encontrar! Osea, ¿quién rayos quiere conscientemente ir a una dimensión alterna donde teóricamente existes y a la vez no?, pero ya les dije que los dos pares son idiotas. En este caso el que se llevó el premio mayor fue Sebastian y Victor.

Victor aquél miércoles debía ir a visitar a sus buenos amigos asiáticos que, de alguna forma, habían dejado sus malos entendidos y trabajaban en conjunto en un nuevo proyecto. Los muy malditos de sus amigos no le querían decir nada específico de en qué estaban trabajando, pero sí que era algo revolucionario, que ayudaría a todos, que querían fuera él uno de los primeros en probarlo...y este peruano estuvo con la emoción toda la semana.

Sebastian fue víctima de esa ansiedad que apoderó a su pareja, primero viendo como se le quitaba el sueño y eso le dejaba unas leves ojeras, también el que esa semana sus constantes errores para cocinar ya rayaban y sobrepasan lo normal. Pero algo que lo sacó de su tan característica seriedad fue que durante esa semana él no pudo "temblar", si saben a lo que me refiero. Por lo que ahora también estaba camino a "visitar" a los supuestos amigos de Victor y decirles alguna que otra cosa sobre que no tengan a su novio con la duda durante más de dos días que el que sufría era él y no ellos.

No lo malinterpreten, las galletas de sal se estaban volviendo poco a poco sus favoritas en su dieta. Benditas manos peruanas que hasta lo que debía salir fatal terminaba no saliendo tan mal. Pero aún así sufrió los primeros días.

Los dos iban en el auto, Victor con un tic nervioso moviendo su pierna, mientras Sebastian solo jugaba con sus dedos índices de vez en cuando.

-¿Qué crees que me quieran mostrar?

-No lo sé, Victor. Pero más les vale a esos chinitos que valiera la espera.

-¡Que no son chinos, son...!

-Si, si, asiáticos.

Hubo un silencio.

-Sigues enojado.

-No, - alargó más de lo debido aquella "o" - ¿cómo crees? A mi me gusta las galletas saladas.

-¡Dijiste que te habían empezado a gustar!

-¿Qué crees, Victor? ¡Mentí!

-¡Tal vez se las debo dar a Facundo!

-No traigas a colación a Argentina en esto.

ENTRE ESPACIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora