🍃 #8 🍃

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— Víctor, sueltalo. 

— No. 

— ¡Víctor…¡

— ¡No! 

— ¡VICTOR DEBES SOLTARLO! 

— ¡NO! ¡Y NO ME GRITES, SEBAS! 

— Tampoco creo sea buena idea que le grites, bro. —Miguel miraba con gracia la escena— que te puede remplazar por su "nuevo amor". 

— ¿Nuevo amor? Es solo una llama. 

— ¡No le digas asi! 

Victor abrazo si podia más a Cool Llama. 

— Total — siguió el castaño—, mira lo largo que tiene… 

— ¡Hey! 

— El cuello, oye. Cochino. 

Y así fue como Víctor se quedó abrazando a Cool Llama, mientras, Sebas trataba que su novio dejara de hacer eso ante unos celos poco necesarios que tenía de verlo así de cariñoso con un animal; y Cool Llama, pues se sentía comodo y dispuesto a amenazar con morderle al chileno la mano si retiraba al castaño de su lado. 

Vamos, que Cool Llama tenía el derecho a recibir ese amor que empezaba a percibir de ese inusual sujeto de nombre Víctor. ¿Era Perú también, verdad? Y a él le gustaba el cariño que le daba Perú. 

— ¡Víctor…! — casi lloriqueo Sebastián en una faceta poco característica de él. 

— Olvidalo, Sebas. —trató de consolarlo Manuel — Pocas personas han logrado separar a Perú de las llamas. O vicuñas. 

— Pero es que son hermosas. — secundó Miguel — Tú también tienes por aqui en Chile, Manuel, no te hagas. Debes ser capaz de ver su belleza. 

— Miguel, no te niego que son hermosas, pero lo que ustedes tienen con las llamas es otro nivel. 

Sebastian permanecía mirando a su pareja con la llama. Debía planteándose mejor si le saldría factible darle a Victor una llama bajo el costo de que tenga menos tiempo con él. 

Aunque verlo sonreír podía compensar eso. 

En cambio, Miguel hizo aspaviento con la mano ignorando el punto de Manuel. 

— Bueno, bueno. A lo que vinimos, ¿ya está listo el desayuno? 

— Si, anda enfriandose en la mesa. Será mejor que comemos ya. Un desayuno frio no sabe tan bien. 

— Lo que dijiste, Manu. Y así de paso empezamos los cuatro a hablar del asunto que dejamos a medias ayer. 

Miguel se volteo para mirar a los otros dos (¿tres?) que habían sido ajenos a lo que conversaban. 

— ¡Victor, Sebas, Cool! ¡ya vamos a comer, vengan! 

Dado que Victor seguía sin querer separarse de Cool Llama, desayunó con él a su lado haciendo compañía y a veces "robándole" un poco del pan. Aunque no era un robo si Victor le dejaba hacerlo. 

Los tres restantes comían normal. Y todo en un ambiente agradable y hasta familiar. Manuel y Sebas coincidian en algunos gustos y formas de comer. Miguel y Victor, sin apartar del todo la vista de Cool Llama, se pasaban de un lado a otro algún complemento para su pan y comer este bien acompañado (taypa). 

— Sin duda el nombre de Cool Llama le va al dedo. 

— ¿Verdad que si? Fue ponerle los lentes y ser sonso para no ponerle ese nombre. Recuerdo que-

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