—¡Maldita lluvia! —Maldije, traté de maniobrar la bicicleta con una mano y con la otra sostuve la bolsa de plástico.
Había comprado unas cosas que mamá me había pedido y justamente al llegar a la tienda, la lluvia cayó de inmediato. Obligándome a refugiarme en el diminuto pórtico de la tienda. Fue una lluvia torrencial, algo muy poco común en la ciudad ya que era famosa por sus altas temperaturas. Era un verdadero infierno vivir ahí para los extranjeros, pero se acostumbraban rápidamente al clima.
Yo en cambio, siempre había vivido en la ciudad por lo cual se me hacía fácil soportar las altas temperaturas. Aunque eso no significa que lo disfrutara.
Las ruedas de mi bicicleta cruzaron un pequeño charco, la lluvia no se había disipado por completo debido a que todavía caía una ligera llovizna. Yo traté de llegar con rapidez a mi casa, esquivé los grandes charcos y evité mojarme demasiado con mi suéter con capucha que retenía el agua. Me congelaba con la brisa helada, mi quijada castañeaba y mis dedos se entumecían por el frío, era difícil la tarea, ya que solo podía maniobrar la bicicleta con una mano.
—¡Mierda! —Exclamé. Casi caí en un charco si no fuera porque me detuve a tiempo, colocando el pie en el charco de agua helada; empapando mi calzado hasta el tobillo.
Luego de dejar escapar mil maldiciones, sacudí la cabeza restándole importancia ya que mi pie se había mojado en lugar de todo mi cuerpo. A lo que seguí pedaleando en mi camino solitario. Mi casa estaba ubicaba en las últimas filas de la colonia, lo que significaba que cerca de ella se encontraba grandes prados de terrenos abandonados en espera de un nuevo dueño.
Era la sección más tétrica de la colonia.
No había nada de qué preocuparse, aunque había rumores de que cerca de esa sección sucedían ciertas cosas paranormales. Lo rumores lograban que muchas personas evitaran ese lugar a toda costa. Lo consideré algo muy tonto porque para un chico como yo, que en todos sus diecisiete años de existencia y vivencia en esa sección, no había podido presenciar algo raro en lo absoluto.
«No puedo creer que la gente se preste para estas cosas». Pensé a la vez que negaba con la cabeza.
Continué pedaleando con mucha paciencia. Di un rápido vistazo a mí alrededor. Los terrenos estaban muy descuidados, mantenían el pasto alto, los árboles seguían creciendo y las hojas de los almendros caían con la brisa. Todo reflejaba calma y paz. Era absolutamente normal para mí.
Me reí ante los comentarios e historias de los vecinos con respecto a esos "sucesos paranormales", era algo absurdo. «¿Quién puede creer eso?». Dejé a un lado esos pensamientos y continué con mi camino de vuelta a casa.
Estando muy cerca de mi hogar, algo captó mi atención, una chica, estando bajo un almendro.
Ella me daba la espalda y no paraba de ver al árbol. Usaba un pantalón vaquero y una camisa amarilla de tirantes con un par de zapatillas café lodosas. Su cabello marrón oscuro estaba suelto, era algo largo; de bajo de los hombros. Me impresionó verla en ese lugar pues era extraño, no la reconocía. Además, nadie permanecía en ese lugar a solas a plena luz del día. Se estaba mojando lentamente ya que el almendro no retenía en su totalidad la llovizna. Aunque al parecer, no le importaba debido a que no se movía para nada.
Me detuve con la bicicleta pues no quería caer en otro charco por culpa de mi poca atención. Me debatí entré hablarle o ignorarla, aunque era claro que no la estaba ignorando. Así que... me aclaré la garganta y cuando estaba a punto de hablarle, me detuve.
Los rumores de los extraños sucesos paranormales, sembraron la duda en mí.
«¿Sera un fantasma?». Sacudí la cabeza, no podría ser cierto, además no creía en tales cosas. Pero la actitud de la chica me estaba alarmando pue ella miraba el tronco del árbol en absoluta calma.
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La chica bajo el almendro
Novela JuvenilUn chico común, regresaba de hacer una compra también común, pero en su camino, encuentra a una chica misteriosa bajo un almendro. No sabe quien es o que esta haciendo ella ahí, así que trata de ignorarla pero la curiosidad le gana. ...