AÚN HAY LUZ

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Pasaron unos cuántos minutos, había logrado con éxito mi cometido: Rose estaba a salvo del frío, había costado bastante encontrar una gran tabla de madera, que viéndola bien, a su vez parecía ser una antigua puerta del Barco, para mantenerla a salvo. Intente montarme con ella, pero me di cuenta casi enseguida que si hacía tal acción, la tabla podría romperse y si eso pasaba, ya después no habría sitio seguro para Rose.
     Así que, haciendo gala de gran valor y caballería, deje que solamente mi amada se refugiara. Confiaba en que si antes había salido de fuertes experiencias y situaciones, también podría salir de ésta. Rose lo necesitaba y no podía dejarle ir. Me había demostrado su amor y valentía al dejar todos los lujos y dinero que el bastardo de Hockley le podía ofrecer.
     Nunca en mi vida me había enamorado así, nunca había creído en el amor a primera vista hasta que casualmente la vi.
     —Rose, Rose... - Ahora sólo vivía y respiraba por ella. Mi dulce Rose... Ahora que estaba conmigo habría mucho que enseñarle. Era consciente de que ambos superaríamos ésta trágica experiencia y saldríamos adelante juntos. Cómo ambos lo habíamos planeado.
      —T-t-te amo, Jack. - Sollozó mi pelirroja mirándome, mientras trataba de controlar sus temblores. Mi corazón se oprimió al darme cuenta del doble significado y trasfondo de sus palabras.
      —N-No te despidas, Rose. - Me costaba muchísimo articular palabras sin tartamudear de por medio, pero no iba a permitir que todos los esfuerzos de salvar a mi amada fueran en vano.
      Me era terriblemente difícil respirar, por lo que solté una maldición en silencio; el peor de mis temores se haría realidad: No iba a poder lograrlo. Por lo que necesitaba que los últimos minutos de vida que me quedaban con Rose me permitieran hacerle entender y saber que ella siempre ha sido, es y será mi primer gran amor. Me dolía en el alma saber que ya no volvería a estar más con ella; que ya no volvería a ser el causante de sus risas y alegrías.
        La vida sin ella no tendría sentido, y esperaba encontrarla nuevamente en el cielo, más allá de la vida.
        Rose estaba cantando distraídamente mientras veía las enormes estrellas y constelaciones.
        Sostenía con fuerza mis manos, aunque mis dedos ya no sentían otra cosa que entumecimiento. Estaba realmente conmovida por las palabras que le acababa de decir por la promesa que le hice cumplir.
       Poco a poco pudo voltearse para verme de reojo y vio que tenía los ojos cerrados.
"Estará durmiendo..." —Fue su primer pensamiento. Pero con esfuerzo se dio cuenta de que eso no podía ser.

       — ¡J-J-Jack! - Protestó enérgica, mientras me sacudía.
       Vio de lejos una luz que poco a poco desaparecía.
       "Esa luz... ¿Será de una linterna? Oh, pero si hay una linterna, entonces... ¡Los botes!"
       — ¡JACK! - Insistió, con más desesperación.
      En esos momentos fruncí un poco el ceño, y su alivio al verme dar señales de vida se multiplicó por cien.
      —...¿Rose? - Murmuré débil, casi sin voz y con la mirada perdida.
     La pelirroja se atragantó con las palabras.
     Era un milagro, porque estaba segura que si hubiese esperado unos minutos ¿o tal vez segundos? más, hubiese muerto.
      Y según ella, una vida sin mi, no era precisamente vida.
     Recuperando un poco el hilo de sus pensamientos, Rose me zarandeo.
     — ¡Jack!¡Hay un Bote, Jack! ¡Regresaron por nosotros; tal cómo me dijiste! - Exclamó afónica, pero con pequeñas lágrimas de alivio y emoción.
      —¿U-un bote? - Repetí sin podérmelo creer. —Bueno, ¡D-debemos llamar su atención para que regresen a nosotros, Rose! - Sugerí pálido, a medida que trataba de calentar los músculos nadando un poco. Rose, desesperada, se lanzó al agua para estar junto a mí.
     Y antes de que le pudiera reprochar por haber hecho tal cosa, ella me tomó de la mano y me guió hacia la única persona muerta que irónicamente, tenía el poder de salvarlos.
     Minutos antes, había visto a uno de los tenientes llamando a los botes con insistentes pitidos. Ahora ella se lo arrebató y pitó con fuerza.
     — ¿HAY ALGUIEN CON VIDA? - Siguió preguntando con insistencia uno de los tenientes de alto mando, el único entre todos que tuvo compasión por las demás personas sin temor a arriesgar sus propia vida. Se detuvo un instante al escuchar a lo lejos un pitido. Lo reconoció al instante. — ¡DEN LA VUELTA! -
    En esos momentos estaba (pese a estar terriblemente helado del frío), sumamente impresionado por la tenacidad y las ganas de vivir de Rose. Me costó esbozar una sonrisa, pero finalmente lo logre.
    Ya nos encontrábamos finalmente seguros en el bote, junto con los demás supervivientes.
    Los marineros, sorprendidos y conmovidos, nos habían felicitado por permanecer con vida, cubriéndonos con abundantes mantas, y mientras articulaban palabras atropelladas, nos mantuvieron al tanto de la terrible situación.
    Sólo siete personas habían podido rescatar.
    Siete, contándonos a nosotros. Al saber eso, un silencio pesado cubrió el lugar, y Rose y yo nos manteníamos abrazados brindando todo el calor temporal posible.
    No me podía creer mi suerte, porque a pesar de los pronósticos, había sobrevivido. Y todo gracias a mi increíble y maravillosa Rose.
    —Jack... - Me llamó ésta dulcemente. Mi mirada se perdió junto con la de ella. —Te amo, Jack. -
    Sonreí mientras le besaba la coronilla. Entrelace mis manos entre las suyas; ahora estaba totalmente seguro de que nada ni nadie nos separaría.
      Y así, seguimos abrazándonos y mirándonos con adoración; mientras que los pasajeros nos veían contentos. Por lo menos habría algo de luz y esperanza después de la terrible tragedia.

Vida tras muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora