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Rapunzel no sabría cómo explicar lo que estaba sintiendo en ese momento. Hace no más de cinco minutos que salieron de la guarida, en estos instantes está flotando en el aire montada en la espalda del albino, y no deja de replantearse lo que pasará a continuación. Su mente manda olas de pensamientos negativos sobrepasando los positivos por mucho y es injusto, porque su corazón le gritaba que era lo correcto; que su propósito al estar ahí era mantener al equipo unido y a salvo, más allá de su poder de aire, sus habilidades sanativas les darían una gran ventaja. Ha dominado la técnica casi a la perfección, puede sanar a quien sea si se lo propone sin la necesidad de colocar su cabello sobre la herida, incluso estando lejos de esa persona. Ello le recuerda la vez en la que Jack se lastimó, que tuvo que utilizar el método antiguo de enrollar su cabellera para que fuese más eficaz, pero en esa ocasión era el nerviosismo quien estaba tomando control de sus acciones. Nunca había visto a alguien con un don como el de Jack, más específicamente, nunca logró encontrar a alguien con algún don antes, así como ella.

- Estás divagando mucho, ¿todo en orden? – preguntó el chico al notarla tan tensa y pensativa.

- Prometo ser de utilidad para ustedes; prometo intentarlo al menos. – dijo sin más, suspirando al sentirse tan patética de sí misma y las inseguridades que le rodeaban continuamente.

- Eso está bien, linda – le respondió el contrario, mirándola por encima de su hombro y sonriéndole de lado con amabilidad. –. Sólo no olvides que tú eres más importante que una misión perfecta, no te expongas tanto al peligro, ¿bien? 

- Claro – sonrió ligeramente, una mueca forzada salió en su lugar.

-Yo estaré ahí de todos modos, no te angusties. 

Quizá fue el tono que empleó para dirigirse a ella, pero lo que dijo le quitó un poco del peso que cargaba en sus hombros, ya no estaba tan tensa, pero no dejaba de estarlo y de sentir una pizca de duda en sus adentros.

Un repentino golpe le sacó abruptamente de sus pensamientos, logrando aturdirla increíblemente. Estiró sus manos para encontrar a la persona que estaba con ella hace no más de unos segundos, asegurándose de que estuviera bien y que estuvieran juntos aún, pero se halló cayendo rápidamente, sola y sin rastro alguno de los demás chicos. El golpe no le dejaba pensar con claridad, sentía mucho dolor en la cabeza y el abdomen, pasaba la vista de un lado a otro sin saber exactamente qué era lo que esperaba ver, si a Jack o a Hiccup, o a su atacante regresar para terminar lo que empezó.

Su respiración era acelerada, quizá era la única cosa que lograba percibir con claridad junto a los latidos de su corazón, pues todo a su alrededor empezaba a tornarse borroso, inclusive luchando por no hacerlo, sus párpados se cerraban inconscientemente. No quería hacerlo, estaba al corriente de que, si los cerraba, sería el fin de su vida misma.

- N-No – murmuró, obligando a su mente a permanecer alerta, negándose a morir de una manera tan ridícula como estaba a punto de pasar, debía pelear.

Una sensación de corriente eléctrica subió por su columna, deteniéndose en sus hombros y esparciéndose hasta terminar estando en sus manos. Tomó un respiro profundo y dejó que su poder fuese liberado por sus palmas de la mano. El aire que liberó fue suficiente para frenar su caída casi por completo, permitiéndole descender cada vez más despacio hasta lograr tocar el suelo con sus pies. Bufó, eso había estado muy cerca.

Revisó el área, notando que estaba desierta, era mucho silencio; era todo muy abrumador y hasta escalofriante, el aura que se desprendía le asfixiaba totalmente. Percibió que era miedo lo que más sentía, llegando a la conclusión de que alguien estaba influyendo en sus emociones, alguien que ahora mismo no podía ver pero que sí la podía ver a ella.

- ¿Dónde estás? – susurró.

Un segundo estruendo acabó con Punzie en el suelo. El ataque por la espalda parecía ser muy común en las batallas, alguien le empujó muy fuerte, pero cuando volteó no había nadie. Juntó sus manos y centró su energía en ellas, acumulándolo para luego soltarlo y que se expandiera como una bomba de aire. Un quejido le hizo volver a asomarse, captando el cuerpo de una mujer en el suelo, vestida de rojo y negro, dejando su pelo rizado suelto y una marca en su antebrazo. Un vago recuerdo le cruzó por la mente, pero lo alejó enseguida, no era un buen momento para ponerse a rememorar historias trágicas cuando su vida y la de sus amigos corría peligro.

Como pudo, encerró a la mujer en una burbuja de aire. Le daba mala espina, no tenía idea alguna del por qué, mas su conciencia le gritaba que se alejara cuanto antes, que estar ahí sólo traería males. Un mal presentimiento le inundaba, y estaba confundida. Ella parecía herida.

- Oye – avanzó un par de pasos. –, hola. Lamento mucho haberte dañado. 

La observó sobresaltarse y levantarse del suelo como si no estuviera del todo dañada, sin embargo, no la veía. Por alguna razón, la mujer pelinegra no volteaba a donde Punzie se encontraba.

- ¡Rapunzel! – escuchó a su costado, encontrándose a Hiccup y a Mérida. – ¿Estás bien? 

- Sí, mis heridas no son tan profundas, puedo sanarme sola. – aseguró con calma, ya no sentía tanta tensión ahora que sus compañeros habían aparecido.

La pelinegra rio suavemente, captando la atención de las tres personas que estaban ahí. Mérida la identificó enseguida, ella había sido la responsable del mal estado actual de Jack y de las heridas de Rapunzel. Fue un ataque repentino, de pronto miró cómo el cuerpo inconsciente de Jack caía rápidamente, pero no encontró rastros de Rapunzel en ese momento, sino hasta después que sintieron el aire acelerarse de un instante a otro.

La mujer volteó al fin, encontrando los ojos verdes a los que tanto daño hizo, ese rostro que observó tantas veces llorar hace años; esa cabellera que fue su fuente más factible de energía, como una fuente interminable de poder.

- Hola, cariño. – le saludó con esa sonrisa sínica en el rostro.

Hiccup no podía explicar lo que el semblante de la rubia transmitía. Parecía una mezcla interminable de emociones, juntando el miedo con el odio, una pizca de horror y disgusto. Parecía que, en cualquier momento, Punzie lloraría. Realmente le afectó ver a esa persona, pero la falta de conocimiento sobre su pasado le limitaba, quedándose con la duda de lo que pasaba realmente.

- Gothel – llamó la ojiverde, no creyéndose lo que estaba frente a sus ojos.

- Así no es como deberías llamarme, cariño – regañó, acercándose unos pasos. –, sigo siendo tu madre. 

A partir de ese segundo, Hiccup supo que nada marcharía del todo bien.

☀ Sunlight ☀ 【HIATUS】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora