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—¡Jack! —gritaron a lo lejos, rompiendo la burbuja que ambos jóvenes crearon entre sí.

El chico albino volteó el rostro, encontrándose con la mirada de su mejor amiga, dispuesta a atacar y defender a su compañero, sin detenerse a asegurarse de lo que sucedía, y fue más rápido. Se colocó frente a ella, alzó su mano y su magia helada salió, chocando con la magia de fuego.

—¡Detente, Dunbroch! —le ordenó, su magia sobrepasando a la de ella debido a su voluntad en proteger a la linda niña rubia que estaba detrás de él.

Cuando ambos cuerpos se relajaron y se miraron, Mérida pudo apreciar a quien acompañaba a Jack. Era la chica que les mandaron a reclutar, la recordaba bien. Cree que jamás podría olvidarla, puesto que tiene los mismos ojos que Hiccup.

—Rapunzel Corona. —llamó.

La muchacha, algo indecisa, salió de su escondite y dio un paso al frente.

—Así es. —respondió a su llamado.

—Norte quiere verte. —esta vez habló Hiccup. —Es algo importante. —

—E-Está bien. —aceptó. —P-Pero cómo nos iríamos. —

—Pues... —

—Yo puedo llevarla. —se ofreció Jack, intentando no sonar ansioso. —Basta con subirla a mi espada y ya. —

—Me parece bien. —señaló el líder, sabiendo bien lo que pensaba su congelado amigo e intentando darle una mano. —Mérida, vamos. —

La pareja se subió encima de Chimuelo y éste emprendió su vuelo hacia el Polo, escuchándose desde lejos las quejas de Mérida por la desconfianza que aún tenía en la rubia y maldiciendo a su novio por ser un cabeza hueca a su parecer.

—Anda, linda. —pidió, acercándose a ella una vez más.

—¿Estás seguro? ¿Ella no se molestará contigo? —preguntó preocupada.

—No tiene por qué hacerlo, y no me importa tampoco, así que... ven aquí. —la tomó en brazos y se apresuró a ascender antes de que Rapunzel protestara por cómo la llevaba cargando. Sin embargo, y para su sorpresa, no dijo nada en todo el camino, en cambio, se notaba que estaba disfrutado el viaje.

—Nunca había salido de ese bosque. —admitió, apretando un poco su agarre al cuello del albino y apoyando su cabeza en el hombro contrario. —Trataba, pero ella no me dejaba. Es hermoso, ¿no lo crees? —

—...Claro que sí. —y aunque Punzie hablaba del paisaje, Frost no dejaba de mirarla.

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Un momento romántico para bajar el estrés:).

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