¿Por qué ahora le parecía una mala idea haber salido de fiesta un domingo por la noche?Ah si, porque apenas había pegado el ojo por la noche y madrugada ajetreada que había tenido.
Debía admitir que Sebastian era un excelente compañero de fiesta pero el desgraciado no se emborrachaba con nada y él terminaba con la cabeza a punto de explotarle a la mañana siguiente.
Intentó moverse en su cama pero algo se lo impidió.... o más bien alguien. Ada había sido su acompañante la noche anterior, se habían conocido en el bar que siempre frecuentaba y con lo poco que recordaba sobre ella solo pudo rescatar que era modelo y estaba de paso por Londres. Era alta con un largo cabello castaño y los ojos verde aceituna, no podían condenarlo por haber sucumbido a sus encantos, porque no haberse perdido en aquellas curvas y esos preciosos pechos habría sido un auténtico pecado.Escuchó su teléfono sonar y en ese mismo instante sentía que estrellarlo contra el piso era una buena opción. Se levantó de la cama y buscó sus bóxers en el piso de su habitación, se los puso y fue directamente a su celular.
— ¿Qué? — ladró molesto cuando vio en la pantalla el nombre de quien osaba a masacrar su cabeza.
— Buenos días a ti también — se mofó el idiota de Bash — ¿qué tal va la resaca amigo?
— Mal muy mal — se quejó caminando en busca de alguna pastilla que le desapareciera ese martilleo en la cabeza — estoy empezando a pensar que me das todo el licor y tú tomas agua maltido desgraciado.
Su risa al otro lado de la línea nada más le confirmó lo que venía pensando desde hace tiempo.
— Dejaste tu billetera en el bar luego de salir tras el precioso trasero de la modelito — si aveces el juicio se le nublaba y pensaba solo con la cabeza de abajo — se la dejé a tu portero por si te interesa.
— Tan considerado tú — soltó preparándose un café bastante cargado — la próxima te haré beber hasta el agua del baño porque no lo haré solo.
— Solo te acompaño porque Campbell es un gobernado que ni en sueños se te volvería a unir y ya sabes que me gustan a hacer algunas obras de caridad al año — lo imaginó enfrente suyo y estiró las manos para ahorcarlo porque eso era lo que le provocaba.
— No quiero morir tan joven en manos de Charlotte Campbell — lo dijo más para sí mismo que para quien lo escuchaba.
Colgó y caminó directo a su habitación para despachar a su hermosa acompañante, había sido una noche divertida pero con la luz del sol todo llegaba su fin y el encanto pasaba.
Lunes nuevamente, momento de ser nuevamente el abogado mejor pagado de Londres, un hombre al que le gusta siempre ganar y al que le va muy bien en los juzgados.
Tarareó la melodía de una tonta y pegajosa canción que Heather su pequeña adoración había pasado cantando el fin de semana mientras subía en su ascensor privado. A esa hora sus empleados empezaban a llegar a sus lugares de trabajo, todos menos Helena... su secretaria era la primera en llegar y la última en irse, aquel bufete que ahora era tan prestigioso no sería lo mismo sin ella.
— Buenos días — canturreó acercándose al gran y moderno escritorio en roble que había mandado hacer para ella — ¿cómo amaneció la mujer más hermosa de Aldridge & Co ?
— Excelente — respondió la pelinegra desde su cómoda silla con una gran sonrisa — ya tengo todo preparado para la junta con los abogados y tus citas empiezan en una hora.
— ¿Qué haría sin ti? — se inclinó sobre el escritorio y besó su mejilla cariñosamente como siempre lo hacía.
— Básicamente ser el mejor abogado de la ciudad — replicó con su entusiasmo de siempre — nunca te restes méritos que eres excelente en lo qué haces.
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Eres tú
RomanceScott Aldridge es un atractivo abogado inglés que ha formado su gran fortuna gracias a su arduo trabajo y su pericia para resolver casos. Por su vida han pasado un incontable número de mujeres que solo le han servido como placer sexual y para divers...