No sabía cuánto tiempo había pasado, mis gritos habían pasado a ser sollozos, y éstos habían pasado a ser hipo. Se me habían secado las lágrimas. Me incorporé, sentía el rostro rígido por la sal y la arena, me limpié la cara lo mejor que pude con las mangas de mi túnica de Kazekage. Comencé a andar de regreso a la aldea, sentía el peso de mis pies como si fueran de plomo.
Caminé hacia casa de Naruto, él entendería.
Las calles estaban desiertas, todo mundo dormía plácidamente. El cielo comenzaba a tener cambios sutiles de color. Mientras, yo recorría las calles sin dormir... Shukaku...
No te duermas, me repetía, podía escuchar la risa de Shukaku, podía sentir su odio y sus ganas de matar. No te duermas...
Ahora que podía dormir no quería, por lo menos no aquí, tenía que irme, alejarme de sus grandes ojos, de su brillante sonrisa, de su olor... su olor que aún tenía impregnado en la ropa... olía a hierbas y a... no, no digas su nombre...
Llegué a casa de Naruto, levanté el puño para tocar la puerta... ¿Qué le vas a decir?, que tienes una relación con... no digas su nombre..., él es amigo de todos, acepta a todos por quienes son, ¿y provocar un problema enorme, de algo que no tiene futuro?... Bajé el puño. Salté hacia su ventana, estaba profundamente dormido abrazando su almohada, hablaba en sueños
-Hinata-chan... tebbayo. - Sonreí, se veía tan tranquilo... no lo molestaría con mis problemas. Bajé de un salto y continué caminando, esta vez dirigí mis pasos al hotel. Prepararía todo para emprender mi camino a Suna cuanto antes.
Entré en la habitación del hotel, estaba fresca. Me quité la toga de Kazekage y la aventé en la cama. Las cosas de Kankuro estaban regadas sobre su cama. ¿Habían regresado ya? Tal vez estuvieran en la habitación de Temari, era mejor así. No tenía ganas de hablar, no quería ni verlos... Me metí al baño y me miré en el espejo. Esos ojos que tanto conocía me devolvían la mirada... un monstruo... hacía tiempo que no veía ese dolor reflejado en ellos. Tenía el rostro hecho un desastre. Tenía hojas secas en el cabello, me las quité. Y me lavé la cara con agua fría. Las lágrimas empezaron a brotar otra vez, no tenía caso que intentara detenerlas, era imposible.
Salí del baño arrastrando los pies, tomé mis cosas y salí de la habitación. Temari y Kankuro estaban afuera esperándome. Me detuve.
-G-Gaara... - Comenzó Temari, parecía avergonzada, era raro verla así.
-No importa, vamos a casa. – Le dije sin entusiasmo. Kankuro le echó una mirada triste, pero no dijo nada, se metió en la habitación para tomar sus cosas, y se colgó los pergaminos de sus marionetas a la espalda. Temari entró en su habitación a hacer lo propio, se tomó una cantidad absurda de tiempo en salir. Seguía molesto con ella.
-Gaara, tenemos que hablar sobre lo que está sucediendo. Sobre Le... –
- ¡NO DIGAS SU NOMBRE! – Cállate Kankuro, no lo digas, o no podré contenerme... - Hablaremos cuando lleguemos a Suna. No quiero escuchar una palabra más de ustedes dos hasta que hayamos llegado a casa. – Dije enfadado, una nueva nube de arena me rodeaba. Kankuro abrió mucho los ojos asustado, asustado del monstruo que soy.
Pagamos la cuenta en recepción -Un honor que siga hospedándose con nosotros Kazekage sama. – Sólo le sonreí, pero pareció notar que mi sonrisa no llego a mis ojos, mas no dijo nada.
Salimos a la calle. El cielo había aclarado bastante más. Yo caminaba lentamente. A pesar de tener prisa por irme, seguía sintiendo los pies de plomo, y no lograba hacerlos moverse más rápido. Temari y Kankuro se ajustaron a mi paso y me seguían unos pasos atrás. Me coloqué mi sombrero de Kazekage para que me cubriera el rostro, así evitaría miradas ajenas y escondería mis interminables lágrimas.
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GaaraLee
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