Gritos Sin Voz/ De Almas Condenadas / Saga Silenciados

~¿Quién soy?~

Prólogo

5 años atrás.

~Raven~

Tengo miedo.

Es lo único que mi cabeza repite, una y otra vez. Como si esas dos palabras, definieron mi futuro. 

Quiero gritar y no puedo.

Mi voz está siendo consumida por la oscuridad que me rodea, y a cada señal que intento expresar con mis labios se transforma en una daga desgarrando mis cuerdas.

Estoy perdida en este océano de sentimientos. siendo arrastrada con cada tormenta que se acerca y ahogando mi ser en la desesperación.

¿Dónde estoy?

Las luces difusas se sumergen a medida que se van acercando. Intento atraparlas entre mis dedos, pero se escabullen como si fueran pequeñas luciérnagas curiosas, revoloteando a mi alrededor.

El miedo comienza a desvanecerse, y el suspiro de esperanza que brota del alma, me condena. 

Mis pulmones comienzan a llenarse de un vacío y con cada bocanada de aire que intento tomar, siento la presión insoportable en mi cabeza; al punto de que todos mis órganos quieran estallar del dolor.

¿Así se siente morir?

Ya no entiendo qué sucede, ni tampoco qué sucedió. 

Mi visión se retorna borrosa y los latidos de mi corazón vuelven a palpitar, haciendo notar su ausencia hace menos de un segundo. 

Un escalofrío recorre el cuerpo completo; y en un segundo a otro estoy cayendo al vacío que se torna desconcertante en el momento que me encuentro tirada sobre el concreto mojado y frío.

Intento pararme con lo último de fuerza que me queda, luchando contra el malestar de heridas que no tenía hasta hace un instante. 

Teniendo el cabello alborotado, los pies descalzos, la sangre manchando mis rodillas y mis manos temblando, vuelvo a la realidad. 

Estoy viva.

Solo puedo recordar que unas horas atrás, yo estaba girando y girando; volando sobre mis pies, con la música acompañando mis pasos y los aplausos motivando mi ser. Todo estaba bien.

Todo estará bien.

Pero un golpe, diferente a los otros, azota mi cabeza. Llevándome a perder el poco equilibrio que logre conseguir. 

Mi mejilla izquierda es quién recibe el peor impacto. El líquido rojo y caliente, que debería circular en mi sistema y no fuera de él; se derrama por todo el suelo. 

Tirada en el asfalto, con el punzante dolor en la cabeza, puedo ver aquellos zapatos brillantes, posados frente mío, y con la terrible sensación de cómo todo se apaga. 

Ya no siento esperanzas, ni tristeza, ni miedo.

Ya solo quisiera que la oscuridad me consuma por completo. 

Los ruidos de las sirenas a lo lejos se van disminuyendo poco a poco, mientras mis párpados pierden su fuerza. 

Me arrepiento de haber elegido existir, si es que así lo hice. 

Ahora solo quiero ponerle fin a esta tortura, no importa si es con el sueño profundo. He perdido la cuenta de las veces que repetí las mismas escenas y emociones, una y otra vez, pero con la intensidad de la agonía en aumento.

Hasta este momento.

Cuando escucho esa dulce voz, susurrando. Despierta.

Debes despertar cariño, debes vivir.