Jacques, notó como un dedo le tocaba su hombro derecho y se sobresaltó, giró la cabeza y vio que era su mejor amiga Marie, que iba acompañada por una amiga. Jacques estaba en la terraza de una cafetería en una mesa con su pequeño portátil, porque estaba intentando escribir su primer libro y necesitaba que la inspiración de las musas le llegara a sus dedos de su mano izquierda y le hiciera teclear una buena historia en el teclado de su portátil.
Al lado del portátil había un frasco de vidrio verde oscuro de zumo de piña con una pajita blanca con las rayas diagonales rojas y Marie dijo:
- Hola, Jacques, ¿Cómo te va? – le saludó sentándose en frente de él.
- Muy bien, como siempre ¿Y a ti? – le respondió a Marie.
- Ya sabes de un lado para otro sin parar, no descanso nunca – le respondió Marie a Jacques.
La cafetería era del estilo antiguo, de esas que cuando entrabas de pequeño de la mano de tus padres en el ambiente había un aire melancólico y lleno de un denso humo de algún habano cubano que fumaba algún cliente. Jacques tenía 31 años era moreno llevaba el pelo corto como estaban en pleno verano el pelo le hacía sudar a mares, estaba un poco rellenito y como estaba en una silla de ruedas desde los 7 meses a causa de una tretaparesia espástica que la había causado una lesión cerebral como consecuencia física se le había doblado hacia dentro su muñeca derecha. Tenía los ojos azules-verdosos, aunque cuando Jacques era pequeño eran totalmente azules como el mar. Jacques usaba gafas porque tenía miopía y astigmatismo desde que tenía cuatro años. Las gafas eran de pasta dura de un color verde en las patas con toques de un azul intenso. Vestía con una camiseta de manga corta roja y unos vaqueros medio desgastados azules y unas deportivas negras con los bordes rojos.
Marie tenía también 31 años, era morena de piel y su pelo era moreno que lo tenía en una media melena de un color azabache brillante, que le ondeaba libremente al viento como lo haces las crines de los caballos cuando galopan. El color de sus ojos era un marrón almendrado que eran muy hipnóticos si le aguantabas más de 30 segundos la mirada a Marie. Era de estatura baja tirando a mediana, pero no se dejaba acomplejar por su falta de altura, Marie se ponía unos tacones y solucionado y se iba a la calle y si alguien no le gustaba que no la mirase. La mejor baza que tenía Marie era su buen humor con el que siempre te animaba o por lo menos lo intentaba. Era una chica muy guapa tenía buen cuerpo, pero ella no le preocupaba su físico, Ella tenía un pecho bastante generoso natural ella no estaba de acuerdo con las operaciones de cirugía plástica, pero las aceptaba. Vestía con una camiseta negra y unas mayas rojas ajustadas y unas deportivas negras con los bordes y cordones rosas.
- Jacques, esta es una amiga que quiero que conozcas – dijo señalando a Angie, que era la otra chica que estaba al lado de Marie.
- Hola, me llamo Angie – Le dijo a Jacques, mientras le daba dos besos en las mejillas de Jacques, que se puso colorado instantáneamente como si fuera un semáforo.
- Encantado, yo me llamo Jacques, mucho gusto en conocerte – dijo muy rápido
- Jacques, habla más despacio, que Angie no entendió casi nada – dijo Marie entre risas.
- De acuerdo, Marie -
Jacques, volvió a decirlo, pero en esta ocasión, más tranquilamente y Angie lo entendió
- Tienes un bonito nombre e igualmente – dijo Angie, que en sus blancas mejillas apareció un leve sonrojamiento
- Y el tuyo viene directamente del cielo – le contestó Jacques
- ¿Por qué? – Le preguntó curiosa Angie a Jacques.
- Porque te lo pusieron los ángeles – Le respondió Jacques.
- Gracias, Jacques – le dijo Angie en un tono de halago.
Marie y Angie se miraron y Marie le dijo a Jacques que se tenían que marchar, porque se les hacía tarde. Marie y Angie se despidieron de Jacques por tunos, las dos le dieron un beso en la mejilla, primero fue el turno de Marie, y a continuación fue el de Angie. En el ambiente se notaba que ambos estaban algo nerviosos y no se coordinaban, cuando Jacques ponía la mejilla izquierda quería dárselo a la derecha y cuando Angie se lo quería dar a la izquierda él ponía la mejilla derecha. Segundos después, por fin consiguieron coordinarse, y Angie le besó dulcemente en su mejilla a Jacques, que no le dejó ruborizarse a su cara hasta que las dos chicas desaparecieron de la vista de Jacques.
A Jacques, le causó algo de impacto la belleza de Angie, pero sabía perfectamente que él no podría tener una relación formal con Angie o con cualquier chica, por su teoría de “La Bola de Preso”.
Esa teoría, de La Bola de Preso, era la creencia de Jacques de lo que pensaban las chicas sobre una futura relación sentimental con un chico con una discapacidad física como él. La teoría la dividía en dos subteorías; la primera subteoría era que él se acercaba a la chica en cuestión y le decía que le gusta y ella le decía NO, como consecuencia nunca ligaba. La segunda subteoría, era que nunca eran las chicas que se acercaban a ligarlo, solo sus amigas de toda la vida, que tenían sus novios o simples rollos. Jacques pensaba que le iban a salir telarañas de tanto esperar que alguna “valiente” diera el paso de acercarse en plan “chica”.
