Capítulo 8.- Alianza Inesperada

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Nolan regresó a su departamento triste y decaído

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Nolan regresó a su departamento triste y decaído. Lavó sus manos y su rostro para luego dejarse caer como un bulto en el sillón de su pequeña sala de estar.

Alguien tocó a la puerta, pero el chico solo lo ignoró. La manija dio vueltas y Maxwell entró al departamento.

—¿Sabías que con la puerta sin llave cualquiera podría meterse?

—¿Como tú? Por favor vete, no estoy de humor para ti —Nolan se sentó en el sillón al escuchar la voz ronca del hombre, limpió con sus manos un par de lágrimas que habían escurrido por su mejilla.

—Sabía que Esperanza te iba a rechazar, por eso vine a verte. Espero que ya quieras salir conmigo.

—No voy a salir contigo, ni hoy ni nunca. Me quedaré solo, amargado y anciano con un montón de gatos.

—¿Y dónde están los gatos?

—Todavía no los consigo, pero no tardaré en hacerlo. Tal vez adopte unos cuantos, llenaré este lugar con bolas de estambre.

—Tu camisa tiene rastros de sangre —comentó Maxwell un poco más serio, al observarlo de cerca mientras tomaba asiento a su lado— ¿Qué te pasó? ¿Estás herido?

—No estoy herido, golpeé a Braulio que ahora es el ex-novio de Alex —Nolan bajó su mirada nostálgica y subió sus pies al sillón abrazando sus piernas—. Perdí el control, Braulio me hizo enojar tanto que lo golpeé sin razonarlo y creo que casi destruí su coche. Me siento terriblemente avergonzado, nunca había hecho algo así.

—Pero la culpa es de Esperanza.

—No empieces con eso, por favor. Vete de mi departamento, ¿puedes hacer eso?

—No —Maxwell trató de tocar el rostro del chico, pero este se puso de pie alejándose— Me pareces muy interesante, además no tengo nada mejor que hacer.

—¿Entonces solo se te ocurrió venir sin ser invitado?

—Sí —Maxwell se levantó y dio pasos lentos pero firmes hacia Nolan, quien dio pasos en reversa hasta topar con una mesita de madera en donde tenía un par de papeles, el otro le dio un empujón y quedó sentado allí—. Seré sincero, no soy el tipo de persona que solicita invitación y me gusta ser quien da las órdenes.

—Pues lástima por ti, porque yo no estoy a tu servicio.

—¿Seguro que no quieres? —Poco a poco, Maxwell se acercaba más a Nolan, coqueteándole— Puedo ser un amo muy complaciente.

—¡Mierda, eres un caliente!

—Eso te gusta, no lo niegues.

—Joder sí, ¿a quién carajo no le gustaría estar contigo si estás buenísimo? —Nolan se apartó de él—. Pero no puedo, lo siento. Mi corazón es de Alex y no puedo pensar en nadie más.

No te enamores de AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora