Ya era de mañana y él no estaba entre las sabanas en las que desperté.
No me enoje ya que yo había despertado bastante tranquila y relajada, el suspiro que solté al levantarme de la cama inundo de alegría mis ganas de seguir viviendo, ¿extraño?, si y mucho.
Me coloque una camiseta que le pertenecía a Fred la cual estaba tirada en el piso junto a mi sostén rosado. Mis pies descalzos tocaban la fría madera del suelo a cada paso que daba, fui al baño a lavar mi rostro, cepillar mis dientes y cabello, me maquille muy ligero, rimel, delinie mis ojos y un labial mate.
Mis oídos captaron un ruido en la cocina así que camine tranquilamente hacia el lugar. No temía que fuera algún ladrón aunque por aquí es algo peligroso, pero somos dos personas viviendo en este acogedor departamento así que no me preocupa del todo.
Yo caminando en bragas negras y una camiseta del mismo color en un pequeño departamento con alguien en la cocina.
Al llegar a la habitación que ya nombre varias veces, encontré una escena tan encantadora y u regalo tan pequeño pero tan hermoso. Lo sé, sueno tonta, así es el amor amigos y si jamas sentiste algo parecido a lo mío, ¿en realidad soy yo la tonta?.
Me encontré en la mesa de nuestro pequeño comedor una lata de cerveza de Light Beer que parecía estar en un perfecto estado y dentro de ella una rosa sin espinas en su largo tallo, cerca de este mi desayuno, panqueques con miel y una taza grande de café, Fred se encontraba de espaldas hacia mi con la vista en el sarten que llevaba en su mano, contemple la escena unos segundos para luego acercarme al chef que no llevaba puesta una camisa y pasar mis brazos por su cintura formando un abrazo.
- Gracias.
Dije con los ojos cerrados, su cuerpo estaba tibio, él dio vuelta dejando el sarten en otro lado para recibir mis "Buenos días".
- Gracias a ti. Por amarme cada día, por ayudarme a llegar cada día más a la cima, por todo, por todo y esto es lo menos que puedo hacer.
Esos "cumplidos" dibujaron una sonrisa en mi rostro, separe un tanto nuestra anatomía para verle a los ojos, esos grises ojos que me vuelven loca.
- ¡Tu puedes!.
Dije con una expresión y sonrisa de animo y cerrando uno de mis puños en señal de fuerza.
- Yo puedo... por ti.
ESTÁS LEYENDO
*ωιтнσυт мє* [ƒяє∂αηgℓє] σηє ѕнσт'ѕ
Truyện NgắnY así fue. El entro a golpes en ese viejo carro de policías con esposas alrededor de sus muñecas detrás de su espalda mientras observaba a la albina con una exprecion de "Sorry". Ella aun estaba observando al pelinegro desde el otro lado del vidrio...