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Entraba primera, se iba última. Siyeon no podía evitar creer que su amiga tenía alguna obsesión con el éxito. Todo tenía que estar de punta en blanco, de forma rápida y clara.

Si la Bora de 17 años viera a la de 26 se le reiría en la cara, seguro no se veía comportadose tan impecable, siendo la mano derecha del Jefe y mucho menos viviendo sola. Siyeon tampoco estuvo muy convencida de esa decisión en su momento pero le demostró que podía vivir por su cuenta. A ella y a sí misma.

Es que la más baja tenía también un poder de decisión y terquedad que juntos la hacían imparable, por eso también algo peligrosa ¿no estaría yendo muy lejos? ¿hasta dónde quería llegar exactamente?
Cada vez que le preguntaba obtenía la misma respuesta "Lejos" y miraba al cielo. No la dejaba indagar más pues siempre ponía alguna excusa relacionada al trabajo.

—Al fin— La rubia se dejó caer en su respaldo agotada. Algunos minutos sobre la hora pero acabó con el papeleo del día. Miró a su lado encontrando a su pequeña narigona aún sumida en los papeles.—Ps~ Bora... Son las ocho pasadas.

—Ok.

—¿Quieres ir a tomar algo?

—No, gracias. Tengo que terminar.

—¿Qué? ¿Lo del mes que viene? Necesitas descansar un poco.

—Ya descanso cuando voy... A dormir.

—A éste paso necesitaras lentes por forzar tanto tu vista. Por favor~ ¿me acompañas? No puedo ir a beber sola, eso es triste.

—Te acompaño solo si me dejas terminar esto —Dijo apuntando la pila de papeles de aproximadamente 3 cm. A su paso no parecía tardar mucho así que la dejó. Mientras tanto fue a dejar su trabajo archivado en las oficinas de arriba. De paso le ahorró a SuA —apodo de Bora— el viaje a buscar su abrigo y bolso.

Los minutos cambiaban a un paso lento, las manecillas del reloj tardaban tanto en moverse apenas un grado que la más alta se impacientaba. ¿Cuánto tardaba un minuto en acabase? En ese momento aseguraban que "Un minuto" no era la respuesta.
Tubo el tiempo suficiente para perderse en las facciones contrarias, recorrer las ondas de su cabello castaño y hasta los pliegues en su ropa. También tomó importancia el reloj de muñeca, hasta los anillos y pulseras que hacías juego con él.
El adorno que tenía en el dedo anular de la mano izquierda se lo había regalado Siyeon para uno de sus cumpleaños. ¿hacía 3 años? ¿4 tal vez? No estaba segura.

—Singie—Chasqueo sus dedos la más baja — Ya terminé. ¿Vamos?

— Sí. Perdón, me distraje.

—No importa. Te veías linda con cara de tonta.

— Deberías escribir un libro de halagos.—Afirmó con ironía mientras caminaban a la salida del edificio.

—Lo tendré en cuenta.

—Genial. Oye, estaba pensando en cambiar de trabajo, siento que estar así todo el día no me hace feliz.

—Iras por el lado de la música ¿verdad? Dime que sí o te obligare a que sea un "Sí".

—Tranquila. Claro que me refiero a eso. Solo tengo que esperar a que algún lugar me acepte como profesora. Ya estuve repartiendo curriculums.

—También podrías dar clases particulares.

—¿Cómo tú cuando estábamos en prepa?

—Creí que enseñarías canto no baile.

—No te golpeo solo por que no me quedan fuerzas ya. En lugar de eso agradeceré tu apoyo con una cerveza ¿de acuerdo? Yo invito.

—Está bien. Te dejaré pagar, yo te invitaré lo que quieras cuándo tengas tu nuevo puesto.—Sonrió afirmando lo que cualquiera diría como incierto. Pero Bora tenía la certeza de que su amada era dueña de un gran talento y dedicación. —Ahora vamos a disfrutar que mañana no trabajamos.

AmbiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora