Capítulo 1

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Yami y Yugi eran dos hermanos gemelos que vivían con su abuelo en una casa muy grande pues sus padres viajaban mucho. Se llevaban muy bien, casi nunca peleaban y eran muy unidos pues se querían mucho.

Comenzaban las vacaciones de verano y en un par de días se irían a un campamento de verano junto con sus amigos: Joey, Tea, Tristán, Bakura y Mai, pasarían allí 8 semanas.

Después de la escuela Yami y Yugi regresaban de la escuela hablando sobre lo que harían en el campamento pues estaban muy emocionados, al llegar a casa saludaron a su abuelo y subieron a su habitación pues dormían juntos y dejaron sus mochilas en el suelo, Yugi se sentó en el suelo frente a la televisión y se puso a jugar videojuegos, Yami por otro lado tomo su libro y se acostó a leer.

Una hora después sonó el teléfono, Yami se levantó dejando su libro a un lado, Yugi también se levantó y ambos salieron al pasillo, bajaron las escaleras y al llegar al vestíbulo, vieron a su abuelo hablando con alguien, así que decidieron volver a su habitación, Yugi siguió jugando y Yami volvió a concentrarse en su libro.

Pasados unos minutos su abuelo los llamó desde las escaleras, ambos bajaron, al llegar al vestíbulo vieron que su abuelo tenía una expresión preocupada. Yami se puso nervios y Yugi que estaba detrás de él se aferró a su brazo.

Una vez en la sala, se sentaron en el sillón, Yami tomó la mano de su hermano entre las suyas, su abuelo permanecía de pie frente a ellos -bueno chicos -comenzó -tengo buenas y malas noticias ¿Cuáles quieren primero? -preguntó el anciano, Yami miró a su hermano quien le devolvió una mirada nerviosa -las buenas -contestó él finalmente, su gemelo asintió a su lado -bien, sus padres vendrán a verlos -Yugi levantó la mirada entusiasmado, los ojos le brillaban de felicidad, pues hacia más de un año que no veían a sus padres, no obstante Yami seguía un tanto nervioso -ahora vienen las malas noticias ¿no? -dijo él con un tono de voz aparentemente tranquilo -sí -respondió su abuelo -bien dinos -pidieron ambos -no podrán ir al campamento -dijo, todos se quedaron en silencio y el ambiente se tensó. Yugi se recargo en el hombro de su hermano sollozando, Yami tenía la mirada baja y sentía como las lágrimas le caían por las mejillas.

Los dos se levantaron pues no necesitaban oír nada más y subieron a su habitación, Yugi se acostó en su cama llorando mientras Yami cerraba la puerta recargando se en ella respirando profundamente para detener sus lágrimas y recuperar el control, finalmente se agachó junto a su hermano -sé que estás triste, yo también, pero vamos a ver a mamá y a papá -le dijo con tono tranquilizador mientras le acariciaba el pelo -ya... ya lo sé -sollozó Yugi -pero... de verdad quería ir, todos van a ir... menos nosotros -los hermanos se miraron -lo sé... lo sé... -dijo Yami -pero podemos ir el próximo verano, además -agregó en voz baja -sólo vemos a mamá y a papá una o dos veces al año -comentó -tienes razón, pero voy a extrañar a los demás -dijo Yugi mientras se sentaba limpiandose las lágrimas -sí, yo también -coincidió Yami -bueno ¿jugamos un rato? -preguntó su hermano -está bien, pero ¿a qué? -preguntó Yugi -¿Qué tal un duelo de monstruos? -sugirió su hermano -muy bien, pues juguemos -ambos tomaron sus barajas y comenzaron a jugar, Yami perdió (a propósito para alegrar a su hermano).

A la hora de la comida, todos estaban en silencio -sus padres llegaran el viernes a las cinco de la tarde -comentó su abuelo, ninguno dijo nada.

Una hora más tarde estaban con sus amigos en el parque, sentados a la sombra de un gran árbol, ya les habían explicado a sus amigos lo de la llamada y que no irían con ellos al campamento -¿Saben cuando van a llegar sus padres? -preguntó Joey -sí -respondieron ambos -el viernes a las cinco -dijo Yami -¿Y ustedes cuando se van? -preguntó Yugi -el jueves en la mañana -respondió Bakura -salimos a las seis de la mañana -explicó -cuando regresen nos cuentan como les fue -dijo Yugi -sí, lo haremos -respondió Joey -bueno -dijo Yami levantándose y mirando el cielo de un azul que se oscurecia lentamente -creo que ya es hora de irnos -los demás también miraron al cielo -sí, tienes razón ya está oscureciendo -dijo Tristán -creo que nos veremos mañana para despedirnos -comentó Joey -¿mañana? -preguntó Yugi algo confundido -sí... -respondió su amigo dubitativo -porque el miércoles tenemos que preparar todo para irnos -un silencio incómodo se apoderó del lugar.

Al llegar a casa subieron a su habitación, Yami comenzó a leer su libro, Yugi se sentó frente a la ventana y se quedó mirando las luces de la calle.

La cena fue más silenciosa de lo normal, finalmente ambos se fueron a dormir.

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