Capitulo 8: ¿Cuéntame?

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Makis

Natalia estaba rara, bueno más rara de lo normal, su actitud no pasó desapercibida para ninguna de nosotras. Estaba tensa, incómoda y molesta y todos sabíamos el porqué de su humor, Santiago Ferri.

En cambio él estaba de excelente humor, la actitud recelosa y apática que tuvo al principio fue desapareciendo de a poco, dejando ver una personalidad muy distinta, divertida y espontánea, pero eso sí, a veces podía ser bastante molesto cuando se lo proponía.

-Hola- la voz de Santiago me sorprendió- ¿te caíste de la cama?- dijo con sarcasmo.

-Ja ja, eres muy gracioso- respondí con ironía.

-¿Qué haces aquí tan temprano?- preguntó con una sonrisa.

-No sé, solo desperté y no quise perder tiempo- dije encogiéndome de hombros.

Él se había sentado junto a mí en el sofá, me fije en lo que traía puesto, jeans clásicos, una playera gris y una gorra negra.

-¿Por qué siempre traes sombreros, gorros y gorras?- sin darme cuenta solté esa pregunta.

Me miró con una sonrisa divertida.

-¿Por qué, se me ven mal?

-¡NO! para nada es...- trate de excusarme sintiendo como la vergüenza hacía estragos en mi rostro, él solo comenzó a reír con ruidosas carcajadas- eres un tonto- dije dándole un pequeño golpe en el hombro.

-Por nada en específico, simplemente me gusta- dijo cuándo paró de reír, se quitó la gorra dejando ver un cabello liso castaño claro- y también porque no me sé peinar.

Un mensaje nos llegó al tiempo.

El ensayo se retrasara dos horas. Nos vemos luego

Otra vez las carcajadas de Santiago llenaron la habitación.

-¿Qué es tan divertido?- dije con una ceja levantada.

-El hecho de que por primera vez desde que trabajo con ustedes llegas temprano y la cesión se retrasa- dijo tratando de parar de reír- ¿vamos por un café?

-Vamos- dije aceptando su propuesta.

Fuimos al local entre bromas y al llegar pedimos unos cafés junto a unas galletas.

-¿Puedo hacerte una pregunta?- dije algo dudosa.

-Ya la hiciste- dijo sarcástico, lo mire un poco fastidiada de sus bromas- ¿cuál es tu pregunta?

-Para nadie es un secreto que entre tú y Natalia hay historia ¿puedo conocer esa historia?- dije tímidamente.

Su mirada estaba fija en su taza de café y su mandíbula se tensó.

-¿Qué quieres saber con exactitud?- sus palabras salieron con un tono hostil.

-Todo, quiero saber por qué Natalia y tú no puedes estar juntos en un lugar sin pelear.

Suspiró irritado.

-Está bien- dijo en tono cortante- conocí a Natalia cuando tenía unos siete años, mi mamá había muerto y...

-¡ESPERA!- dije aturdida- ¿tu madre murió?- pregunté sin poder creerlo todavía.

Sus ojos se encontraron los míos y una sensación incómoda recorrió mi espalda, su mirada parecía querer enterarme viva.

-Murió en un accidente- trata de decirlo con indiferencia pero la voz le falló. Se quedó callado unos segundos y yo no tuve el valor para pedirle que siguiera hablando.- ¿quieres que siga contando la historia?- asentí- bueno ¿por dónde iba?... ¡ah, sí! mi mamá muere y mi padre entra en una depresión muy fuerte y nos descuida a mí y a mi dos hermanos mayores y... bueno yo estaba un día junto a uno de mis hermanos jugando con una pelota, en medio del juego discutimos, él me golpeo y yo salí corriendo hasta que llegue al patio de la casa de Natalia...

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