Capítulo X

29 5 0
                                    

NECESITO LA VERDAD

NOVIEMBRE 2014

Pasaban los días tan lento a la espera de su llegada que realmente empezaba a preocuparme. Pero por lo que de verdad lo hacía era por mí. Porqué no me entendía a mí misma, por el día pensaba en Herickson e inconscientemente, en mitad de la noche, la historia solo trataba de Bruce.
De todo el estrés, últimamente el estómago me dolía tanto que a veces era insoportable, pero me callé como una tonta, sin decir nada a nadie por pensar que me lo merecía.

A mitad de noviembre ya había perdido incluso el interés en descubrirme a mí misma creyendo que Herickson no volvería a mi vida nunca más.

Y  entonces llegó el último día del mes...

Llegaba tarde a clases ya que mamá se entretuvo con papá durante toda la noche haciendo sus cosas íntimas. Pronunciar la sola palabra haría que vomitara y de pensarlo, solo llegaban arcadas una detrás de la otra esperando el momento perfecto para salir.

Salí del coche chocando a lo lejos con la mirada intensa de los ojos azules de Herickson Van Der Blint. Él estaba a pocos metros de mí, al otro lado del parking. La gente empezaba a entrar al edificio excepto nosotros dos. El coche ya se había ido así que dejé de pensar en mamá de forma automática.
Me acerqué a paso acelerado en su dirección antes de que decidiera huir y pasar de mi cara. Me paré en frente de él justo cuando el timbre dejó de sonar.

—¡Idiota!— Golpeé su pecho con mis dos manos una sola vez, fue más como un fuerte empujón. —Eres el único que soporto en esta vida de mierda y lo único que haces es... Abandonarme—. Extendí mis brazos, dejándolos caer, estando cansada de todo lo que me solía ocurrir desde siempre.

«Dejarme con este dolor». Mis manos acabaron en mi pecho por un largo segundo, mientras mi mirada intentaba transmitirle todo mi dolor.

—Perdona—. Fue lo único que salió por su boca y me sorprendió que no se defendiera en ese momento, con lo tanto que me solía hablar. Esperaba algo más de su parte, pero al mirar su rostro me di cuenta que algo no andaba muy bien en él. —Letty me suplicó que llegara cuanto antes, porque tenías una enfermedad demasiado grave y querías verme antes de irte. Pensé que fue culpa mía por abandonarte pero al regresar... Tú...—. No podía continuar hablando. Acerqué mi cuerpo a él lo suficiente para abrazarlo, para reconfortarlo. Me sentía extraña haciendo eso porque estaba enfadada pero no me aparté y él tampoco. Notaba como su cuerpo de relajaba, empezaba a aliviar su dolor.

No había nada más que decir. No llegó antes por creer que mi supuesta cercana muerte sería culpa suya. Como empezaba a sentirme un poco incómoda de tanto silencio, me separé de él unos segundos después. Su mirada intentaba decirme algo que con palabras no salían, pero no pude entender su idioma facial. Él era, sorprendentemente y a la vez aterrador, un ángel y yo no. Así que no podía leer su mente si pretendía contarme algo. ¿A qué esperaba para hablar y ser sincero conmigo?

Por un momento, me quedé pensando en la enfermera Graham, ella era una persona misteriosa y macabra, al menos es lo que me transmitía. Y la necesitaba lejos de mi vida cuanto antes, como el collar...

—Por cierto—. Llamé su atención, volviendo su mirada a la mía. —Quiero devolverle el anillo a su auténtico dueño.

—¿Quieres o necesitas?— Levantó una ceja a la vez que mostraba una pequeña sonrisa.

«Al fin». Decidí cogerle de la mano para sentir una conexión física con él, su mano atraía a la mía y no podía evitarlo.

—Necesito—. Respondí también sonriendo, solo por el hecho de verlo a él de la misma manera, ya era suficiente para mí. Darme cuenta de eso, me provocó un dolor momentáneo en el pecho, como si me estuvieran apuñalando cien veces seguidas en el mismo punto exacto, pero sin heridas físicas como prueba.

EDAS Entre las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora