Capítulo IV

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ANILLOS Y RELIQUIAS

La persona misteriosa, el ladrón que había intentado matarme, había desaparecido. Un poco extrañada, entré corriendo y revisé todas las ventanas y las dos puertas, viendo si había roto o forzado algo para entrar, pero no. Eso me recordó a los fantasmas que aparecen y desaparecen sin más, tal cual las películas de terror porque eso es lo que había pasado, aparentemente.

—¿Le pudiste ver bien?— Negué con la cabeza, no tenía muchas ganas de hablar. —Nada parece forzado y las luces funcionan correctamente—. Encendió y apagó la luz de la cocina tres veces seguidas para demostrarme que decía la verdad pero mirándome como si no se creyera del todo lo que le dije. Aunque, siendo sinceros... ¿Quién se lo creería?

—No me mires con esa cara, era real—. Él creía que por culpa del sueño mi mente me había mostrado la figura de un hombre sin ser real. Pero sabía que no era así, lo pude oler a limón y menta y me ahogó con sus propias manos. Ese hombre era real, tanto como yo lo era.

—Sí te creo, aunque todo esto parece extraño. ¿Se ha llevado algo?— Realmente en eso no me fijé bien, pero cuando desapareció ante mí no parecía llevar ninguna pertenencia mía o de mis padres en sus manos. Así que negué con la cabeza. —Posiblemente buscaba algo y no lo encontró—. Le entregué un vaso de agua y bebió de él mientras se sentaba en uno de los taburetes de la cocina. En cambio yo me quedé apoyada en el banco de mármol. —¿Tienes algo en tu poder que sea valioso y lo lleves contigo?— Quería afirmar con la cabeza pero el anillo volvió a ponerse en marcha impidiendo que viera la realidad. A lo mejor ese anillo no quería que contara nada. Esta vez ya no me asustaba, solo era una visión de algo que no comprendía. Sentí las manos de Herickson en mis manos que estaban en dos puños en mi pecho, encerrando el objeto sobrenatural. No hice otra que entrelazar los dedos de una de mis manos con los de él y ahí estaba de nuevo, la neblina negra que solo me dejaba verle a él. —¿Sabes que es esto?— Preguntó. Desde un principio creía que era la única que podía ver todo aquello pero, seguramente, la conexión que sentí con él dejaba que también viera lo mismo que yo. No sabía que era eso, pero podía percibir en su mirada que él sí tenía alguna información, así que le exigí una respuesta. —Es el limbo. ¿Qué tienes que te hace entrar en él?— Eso me asustó. No tenía ni idea de nada y si le respondía a lo mejor él me contaba lo que sabía. ¿Cómo podía saber algo así?

—Es un anillo que me llama. Si intento separarme de él...— Solté el anillo bajo mi ropa y apreté fuerte sus manos. Decidí darle una respuesta ya que él me había dado una también. —Regresa a mí—. Sentí que me iba a caer porque no notaba el suelo bajo mis pies así que le solté una mano y me apoyé en sus hombros rodeando su cuello con mi brazo zurdo. Estábamos tan próximos el uno del otro, que podía sentir como nuestros rostros se atraían aunque debía mantenerme firme. Pude notar en su mirada, que Herickson estaba en mi misma posición.

—El limbo... Es donde van las almas pérdidas. Se quedan allí a pasar la eternidad hasta que se olvidan quiénes son y es cuando desaparecen—. Me quedé en shock ante su respuesta, parecía una prisión.

«¿Bruce Spencer se encontraba allí? ¿Podía ser eso posible? ¿El anillo era el motivo de que pudiera verle? ¿Yo le encerré ahí?»

Muchas preguntas rondaban mi cabeza pero no podía preguntar porque seguramente Herickson no podría responderme todo.

—¿Es posible que el antiguo dueño del anillo se encuentre en el limbo y yo pueda verlo?

—La verdad es que puedes ver a muchos, pero si no te aparecen es porque no piensas en ellos o no piensan en ti, dependiendo qué tan fuerte sea la emoción en ese momento—. Bruce se encontraba perdido, llamándome y eso me entristeció lo suficiente para quitarme el collar y tirarlo al suelo de la frustración, a la vez que me separaba de Herickson. No podía hacer nada y me enfadé conmigo misma.
Todo parecía ser una pesadilla. No estaba loca, él también lo veía como yo. ¿O también formaba parte de mi imaginación?
Sin el anillo en mi poder, la atracción entre nosotros se hizo más presente. La notaba con más intensidad, como si me hubiera quitado una coraza. ¿Porqué él?

EDAS Entre las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora