Capítulo XIII

31 5 0
                                    

NO ES UNA SORPRESA

Martes:

Desperté en la cama, como si alguien me hubiera llevado hasta allí y ya tenía una idea más o menos en mi cabeza de quien era. Seguramente mi padre salió a buscarme y me encontró tan profundamente dormida que me llevó en brazos hasta mi dormitorio.
Creo que, saber la verdad me ayudó para que el anillo no me provocara una nueva pesadilla. Y eso lo agradecía.

Bajé a desayunar encontrándome con Herickson comiendo en el banco de mi cocina. Saqué una taza mediana y me puse café caliente.

—Engullir tanta información te ha dejado... Rota. Estropeada—. Me informó Herickson poniendo cara de asco señalando mi cara, pero sabía que no era real porque exageraba el gesto.

—Procesar tanta información me ha ayudado a no tener más pesadillas—. Le corregí. Me puse azúcar y removí el líquido. —De momento—. Quise contarle mi sueño en el supuesto infierno con mi nombre grabado en una de las puertas, pero en el último segundo me negué a hablar ya que, seguramente él exageraría las cosas. Bebí de la taza, le cogí una galleta de la mano al chico que tenía enfrente mío observándome atentamente como si me fuera a destruir y volví a beber café hasta que me lo terminé.
Cogí mi mochila y nos dirigimos juntos a la escuela en mi coche Mini y de color crema. Hacía ya tiempo que no lo sacaba del garaje y temía que el motor no funcionara, pero no me falló y arrancó. Así que agradecí mirando el techo y conduje hacia atrás para sacarlo.

—Muy justito ¿No?— Preguntó Herickson un poco decepcionado por el supuesto trasto que pretendía yo conducir hasta el instituto.

—Nah, está bien—. Levanté mis hombros quitándole importancia. —¿No te importa estar pegado a mí? No te negarás a pasar un rato junto a mí sin poder separarte ni un centímetro ¿Verdad?— Por un instante noté un principio de sonrisa flotar por su boca. Eché el asiento hacia atrás para que tuviera más espacio y dejamos las dos mochilas detrás mío, en el poco espacio que quedaba. —Tú has decidido venir hasta aquí, no yo.

—Bueno, es que enterarte de lo que eres y darte cuenta que tus padres no son tus verdaderos padres... Jode. Necesitaba ver que estuvieras al cien por cien porque cuando llegue la tormenta, abriremos el portal—. El miedo como siempre se instaló en mis venas. Tragué saliva y seguí conduciendo como si no pasara nada. Por un instante me distraje y acabamos en una calle por la que no quería pasar. —¿Dónde vas?

—¿Cómo que donde voy? ¿Dónde crees que voy a ir?— Pregunté nerviosa y exaltada.

—Al instituto no—. Por un instante dudé, pero rápidamente miré los carteles de la carretera y sin saber que hacía, paré. Aparqué en doble fila delante de una casa. Habían ambulancias y un coche de policía. Si algo me había llevado hasta allí sería por algún motivo. Salí del coche y me acerqué a una observadora que se encontraba fisgoneando. Al parecer una pareja murió simultáneamente y a simple vista no se sabe cómo ha sido. Tras saber eso volví a mi Mini. No entendí como llegué, pero no iba a quedarme más tiempo en un lugar donde personas recién fallecían. Sin bajar de la acera abrí la puerta de Herickson y le pedí que condujera él. Dio la vuelta bajando el pequeño escalón y se puso a conducir. —¿Todo bien?

—Ajá—. Hice un movimiento de cabeza un par de veces sin dejar de mirar al frente mientras él se disponía a conducir. En todo el camino no dije nada y él lo respetó. Se lo agradecí mentalmente antes de salir del coche. Me pasó la mochila y me cogió de la mano después de cerrar las puertas. Por un instante deseé que no me soltara pero entonces recordé a Bruce que ya casi lo tenía olvidado e instantáneamente le solté un poco incómoda. Porqué no podía estar con una persona si a la vez pensaba en otra, eso estaba mal y no quería que esa oscuridad que poseía me ganara.
Agaché un poco mi cabeza pasando un mechón del pelo tras mi oreja.

EDAS Entre las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora