Capítulo XIV

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ACABARÁ MAÑANA

Martes:

Mi madre me miró por última vez antes de ponerse a conducir. Hacía una semana que no iba al instituto ya que el último viernes me operaron y me pidieron que si realmente sentía dolor antes de la operación que no hiciera muchos movimientos, como ir al instituto. Así que me quedé en casa encerrada y cuando pasaba Herickson para saber sobre mí o nadie contestaba o mis padres le decían que me encontraba indispuesta.

Mi cuerpo gastaba tantas energías en la intoxicación por el feto, que ese era el motivo real de mis tantos desmayos y somnolencia, llegando a entender que yo realmente sí era fuerte, sabiendo que puedo con la situación.

Recorrí el parking del instituto con la mirada y le encontré, me acerqué a paso acelerado en su dirección y cuando me vio me paré en seco, como si su mirada hubiera provocado que me paralizara, porque en cierto modo, fue así, mi seguridad desapareció. Tragué saliva después de coger aire y seguí caminando hasta abrazarlo. Apoyé mi cabeza en él y cerré los ojos sintiéndome en paz con solo sentirle. Rodeó mi cuerpo con sus largos brazos y ahí nos quedamos enterrando mi cara en su cuello.

«Te necesito conmigo». Le dije mentalmente.

-¿Qué te ha pasado?- Soltó segundos después. Esa pregunta me obligó a separarme de él aunque no quisiera hacerlo.

-Al parecer estaba embarazada-. Observé a mi alrededor para que nadie escuchara. Él se sorprendió, no sabía que decir y yo realmente tampoco. -Y no he podido abortar porque el embrión ya estaba muerto-. Mis ojos de llenaron de lágrimas. -Tenía una vida dentro y la maté. No sé cómo, pero así fue. Soy una asesina-. Me retiré las lágrimas con mis dos manos para que desaparecieran cuanto antes. No tenía derecho a llorar así que no lo iba hacer.

-Tranquila ¿Tú estás bien?- Preguntó queriendo volver abrazarme pero habiéndome acariciado el pelo primero.

-¿Cómo que si yo estoy bien?- Fui retórica y brusca. -No merezco sentirme bien. Uno-. Levanté mi dedo índice de la mano derecha. -Porque si ese día Bruce no me hubiera llevado a casa como le pedí, él estaría vivo. Y dos-. Junto el índice levanté el dedo corazón. -Si él siguiera conmigo habríamos tenido un hijo juntos ya que no habría caído en una depresión que hizo que matara a la vida que llevaba en mis entrañas-. Le miré cabreada antes de caminar en dirección al parque. No quería ir a clase ni ver a nadie, así que me pareció la mejor opción. Me senté en un banco de piedra mientras observaba los pájaros comer pan que un hombre arrojaba al suelo.

-Perdóname-. Insistió sentándose a mi lado. Sin mirarme, sin mirarle, solo observando las palomas engordar. Durante unos segundos no dijimos nada y lo preferimos así.

-Discúlpame tú. Solo has intentado ayudarme y yo lo pago contigo. Porqué has logrado que sienta algo por ti y... Siento que no puede ocurrir-. Tras esas palabras tan vergonzosas me levanto y me marcho, no sé dónde, pero lo hago.

Sabía que ya había empezado a sentir algo muy fuerte que me acercaba más a él y por ese motivo me alejaba. Ya que no podía estar con una persona si meses atrás acababa de fallecer mi antiguo novio. Eso no era muy normal ni lo adecuado.
Me sentía culpable por algo que intentaba impedir. Pero solo de pensar en Herickson mi garganta se cerraba, mi respiración se volvía irregular, empezaba a sudar y mi corazón golpeaba con fuerza.
Eso no parecían ser síntomas de estar enamorada y me aliviaba que no fuera así.

Encendí el móvil y miré el tiempo que haría en estos días. Llegué a observar el fin de semana, dándome cuenta que habría luna llena y tormenta eléctrica, ese era el momento.
Avisé a Herickson y aceptó, así que me pasé casi la semana entera esperando sin poder dejar de pensar en ello hasta que al fin llegó el viernes. 

EDAS Entre las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora