【Metrópoli: Everything will be ok - 1ra Parte】
『Todos creen que el mundo es perfecto.
Todos creen que su realidad es la mejor.
Todos creen que están bien.
Todos necesitan ayuda.』
❝-Todos somos iguales... ¡Seamos amigos!❞
✦Nct dream OT7
✦Tragedia/ Th...
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La luna estaba en su máximo esplendor. Los bullicios de la ciudad estaban perturbados por los sonidos de la naturaleza. Lluvia y truenos azotaban el lugar, haciendo que hubiera poca actividad del ser humano a través del ambiente urbano a tan altas horas de la noche.
La estación de policía estaba casi en un vacío seco, de no ser por Jung Jaehyun, uno de los criminalistas que analizaba los terribles y sangrientos asesinatos, que todavía no se tenía un culpable certero. Todo eran dudas y suposiciones, que le provocaba una ansiedad inminente, que se apoderaría tarde o temprano de su mente. Casi se comía la cutícula de sus uñas de tanto estrés y nervios por todo aquello. Si bien era su trabajo y se instruyó en ello para ser alguien duro como el metal, estricto, analítico y realista, sin embargo era una persona como cualquier otra, sentía empatía, miedo, intriga y obvio, estos casos eran tan grotescos, sobrepasaban en demasía a los escandalosos asesinatos de Wong Yukhei de los años noventa. Aquel ser que enrealidad debería ser llamado "monstruo" a decir verdad, descuartizaba a sus víctimas y no a gusto con ello practicaba la necrofilia. Y todo por un amor no correspondido, aquel que finalmente murió por igual.
El silencio humano en la pequeña estación de policía era casi ensordecedor, era potente y casi amenazante... lo bueno es que le tenía alerta de cualquier cosa que pasase.
Jaehyun tenía a su mando el caso número uno, el del cuerpo que no ha sido informado ni de su desaparición -cosa que le extrañaba mucho por no decir demasiado- y el caso de los de nacionalidad china, que eran casos atroces, en especial el del cuerpo sin pellejo y descuartizado a las orillas de un río, casi comido por perros callejeros.
Todo ese silencio y serenidad fue interrumpido por el ruido fuerte del teléfono de la estación, sonada agudo e irritante.
—Treceava estación de policía, ¿cuál es su problema? —contestó relajado.
Al otro lado de la línea se oía una respiración agitada y sollozos. Preocupación inundó a Jaehyun—. ¿Diga?... ¿Está bien?
—Y-yo... m-maté a... mi novio-o —sollozó aquella voz lastimera y apenas audible.
—¿Qué?, pero a ver... t-tranquilícese... —No entendía tales llamadas de ese tipo. El no se dedicaba a contestar las llamadas. Siempre se encargaba Johnny, ya que era sereno y paciente. No podía con el nerviosismo humano ajeno. Con suerte se controlaba a si mismo.
—Y-yo le ahorqué y... a-apuñalé hace unas semanas, no pude con esto p-pero... ¡De verdad no fue mi culpa! —gritó, oyéndose como se desgarraban sus cuerdas vocales—, era un enemigo n-norcoreano, debía matarle, pero no... era Chi-chittaphon... oh mi querido Chitaphon... ¡Oh noo...! ¿Qué he hecho? —se preguntaba a si mismo, mientras Jaehyun oída atentamente. Tenía similitudes con el caso número uno, del cuerpo hinchado. El silencio hacía mucho, por lo mismo siguió en sí—. Le apuñalé y lancé s-su cadáver al río Han-n... —"¡Bingo!" Dijo Jaehyun en su cabeza, era el caso uno, definitivamente—. ¡No debería haberlo hecho! ¡¿Po-por qué!?... Entré en pánico y no sabía que hacer...
—¿Cómo se llamaba él? —Interrumpió rápidamente. Sabía que revelaría su identidad, por algo se estaba entregando, por lo que estaba siendo paciente y sereno como un lago sin interrupciones humanas.
—Su n-nombre era Chittaphon Leechaiyapornkul, era tailandés... fue echado de su casa por ser ho-homosexual... pero... ¡Aaah!, tenía que mi cabeza ser cruel y ¡hacerme imaginar cosas! —Aquella voz se fue engrosando e intensificando.
Jaehyun no debía ser un psíquico para darse cuenta que el contrario estaba más que enojado. Su ira estaba desatada cual coloso al ser molestado. Y su tristeza era palpable en sus palabras rotas y tartamudeadas.
—¡Yo me declaro culpable de matar a Chittaphon!, Yo T....
La llamada fue cortada. Esto no podía ser posible. La tormenta había cortado la luz de toda la estación, quedando ahora en absoluta penumbra.
¿Qué si estaba enojado? ¿Qué si quería golpear a alguien en ese momento? ¿Qué si quería pegarse cabezasos en su escritorio? Estaba a punto de resolver un caso de muchos, por su parte podría rastrear la llamada, pero cómo, si no había electricidad y la maldita estación para peor no tenía un generador propio que se la devolviera.
Frustrado se dejó caer en su escritorio. Pasó sus manos por su cabello algo grasoso, por la poca preocupación de su limpieza, a causa de estar centrado en su trabajo. Y soltó el aire de sus pulmones, para relajarse algo. Necesitaba su pelota anti-estrés ahora ya, antes de que sus nudillos recibieran todas las consecuencias.
—La vida me odia... —bufó.
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