Después de un largo y relajado verano, empezaron las clases en mi nueva escuela. Si, me sentía lista para el primer día. Resoplé. Ahí iba yo, derechita a un mundo que cambiaría mi vida, lejos de mi familia, de mis amigos y aún más, de mi mejor amiga Mildred que es muy especial para mi, por lo que la despedida fue muy dura, la conocía desde hace más de 8 años, crecimos juntas y teníamos muchos planes que al parecer sólo permanecerán congelados hasta mi regreso pero al menos estamos en contacto gracias a la tecnología.
Al estar a unos metros de la escuela me detuve observándola. Era pequeña e impotente.
Las palmas me sudaron y mi corazón brincó un poco nervioso.
Chicos caminaban hacia aquellas puertas apresurados. Otros llegaban en sus autos y los iban estacionando en donde podían. Existía algo que me hacía sentir muy ansiosa. Ser la nueva, ¿qué más?Avancé respirando hondo queriendo mostrar mucha más seguridad de la que en realidad sentía. Si no fuera porque me consideraba inteligente y poco temerosa, seguramente hubiera dado la media vuelta y huido rumbo a casa.
Llené de aire mis pulmones por milésima vez sujetando bien mi mochila y moví los pies con decisión.
Eso de ser "la nueva" apesta.Mi primera clase fue Matemáticas, no es una materia que me desenvuelva bien pero al menos lograría distraerme.
Luego tuve Quimica, Inglés y al menos logré salir despierta de Física, así que este día no podría ser mejor.Al sonar el timbre que indica que es hora de irse a casa, era música para mis oídos, saldría de este infierno lo más pronto posible, rápidamente metí todo en mi mochila y estaba lista para salir.
De repente sentí una mirada, de esas intensas que te dejan sin aliento, me ruborice y enseguida traté de encontrar al responsable.Julián, justo al frente de mi, se encontraba de pie a tan solo metros, cargaba una mirada risueña y esa sonrisa, "la sonrisa", me observaba tan dulcemente y yo todavía no podía creer que lo vería en esta escuela, nuevamente volvimos a coincibir.
Bajé la mirada y lo único que hice fue retirarme, sentía la boca seca, tragaba saliva con dificultad.
Y mis otros días eran iguales, solo me observabas, nunca te atreviste a dirigirme la palabra y yo, tampoco lo haría.
Me ruborizabas las veces que podías, me intimidabas muchas veces seguidas, pareciera que tuvieras el poder de la prepotencia y lo peor de todo no es eso, es que siempre fuiste así, querías verme rendida a tus pies y yo no lo quería aceptar, odiaba que me hagas sentir así, aún lo haces, aún me tienes rendida a tus pies, por eso y mucho más, Odio Amarte.
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Odio Amarte.
RomanceJulián, quien diría que alguien con un nombre tan peculiar podría hacerme sentir mariposas en el estómago, que me elevaría a las estrellas o que ponga mi mundo de cabezas. Él y yo nos enamoramos sin ni siquiera sospechar que su presencia en mi exist...