Huracán

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¡A TAN SOLO UNA SEMANA PARA LAS VACACIONES!
Ya me había adaptado a esta vida, esa pequeña rutina y ahora seremos libres.
Solo hay un pequeño problema, ¿y ahora? ¿Qué haré en mis vacaciones?, me siento miserable.
En mi antiguo hogar solía salir a la playa con Mildred, surfeabamos, hacíamos picnic, cantábamos y al final del día veíamos la puesta del sol. Pero ella no está aquí y yo no estoy allá, así que, no sabía que hacer.
Me encerraría en mi cuarto leyendo algún libro o ver series de suspenso donde solo encuentran cadáveres y un grupo de chicos se ponen a investigar sobre los sucesos y buscarían al responsable de aquel homicidio.
¡JA!, al parecer extrañaré la escuela.

*suena mi teléfono*
Era un mensaje de un número desconocido, agarre mi teléfono y de repente, no lo creía.

- Hola, soy Julián, quieres salir esta noche? - así, tan directo.

¿Julián? ¿Cómo demonios consiguió mi número?
Aunque no lo creas, sentí un leve cosquilleo en mi estómago, no podía creer que se halla tomado la molestia de conseguir mi número, me impresionaste.
No me hablaste durante todo el semestre y ahora me escribes.

Lo pensé por una eternidad, apenas lo conocía y ya estaba invitandome a salir.
¿Y si no me agrada?
¿Y si no es lo que yo esperaba?
¿Y si me secuestra?
Ok, no soy dramática, solo que aveces mi mente vuela.

Finalmente acepté.

Y ahí estaba sentada la bella doncella esperando que su príncipe azul llegue al rescate.
Me sentía nerviosa, nunca había sentido estos nervios tan intensos, me pasé dos horas frente al espejo pensando en qué ponerme.
Hasta que me decidí por unos jeans ajustados que apenas moldeaba mi cintura, una blusa holgada y unos tenis blancos, mi cabello totalmente suelto, dejaba que mis rizos negro azabache bailen al son del viento.
Esta espera me desespera.

Hasta que llegó el príncipe azul con un pantalón marrón, una camisa negra y su peinado que era lo que más lo identificaba, cada vez que se iba acercando, mi corazón latía más y más fuerte, por un momento pensé que iba a explotar.

-Hola, que guapa estas- dijiste con una suave sonrisa.

-Hola, gracias y tú igual- mi tono no fue tan convincente pero lo dije de verdad.

Pasamos una noche tranquila, debajo de las estrellas comiendo pizza en un mirador, que literalmente podía ver toda la ciudad, mientras me deleitaba escuchando "limón y sal" de Julietta Venegas entonado desde un ukelele.

Por un largo momento, tus ojos brillantes se clavaron en mi y me sonreiste, nuevamente aparecieron esos nervios, no sabía que hacer o donde meterme.
Desearía tener el poder de la invisibilidad pero me di cuenta que eso es imposible.
Extendiste tu largo brazo sobre mis hombros y me acércaste a ti, de pronto empecé a sentirme más cálida, no me había percatado que estaba muriéndome del frío.
De repente tu mirada se cruzó con la mía, nos observamos por varios minutos hasta que te vi más cerca de mí.
Mi saliva se volvió espesa, no podía digerirla, mis manos sudaban y mis piernas temblaban, seguramente era el frío.
Hasta que tus hermosos labios rozaron con los míos, fue mágico, me llevaste a otra dimensión.
Tus besos eran tan suaves, sentí una descarga dentro de mi, nervios y euforia a la vez, me sentía dentro de un huracán de emociones, me movias el suelo.
Me di cuenta que aqui quería permanecer, en tus brazos.

Mi cerebro no procesaba al cien por ciento, mi corazón tenía un leve paseo en una montaña rusa mientras que mis sentidos se perdían con tu mirada, eso causas Julián, me vuelves estúpida con tan solo tu presencia y es difícil fingir estar cuerda, aveces me frustra esa sensación pero es inevitable, por eso y mucho más, Odio Amarte.

Odio Amarte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora