Noche de sábado, y allí estaba yo con Patrick, mi mejor y prácticamente mi único amigo, sentado en el bar de mi Julieta que por las noches al parecer se convertía en un pub. Y sí, a falta del conocimiento del nombre de la chica de ojos azules y labios rojos, la había vautizado como Julieta.
-Tío-Patrick me dio un codazo-, mira a esas tías cómo babean. Ve a hincar el diente.
-No-puse los ojos en blanco, cogiendo la cerveza que el camarero me había servido y yendo a sentarme a uno de los sofás-, yo ya tengo a Julieta. Si quieres, vete tú.
-¿Julieta? Pero, ¿qué dices?
-Algún día lo...
No acabé la frase. Julieta entró por la puerta con una sonrisa radiante e iluminando el local, con mil veces mejor aspecto que aquella mañana. Llevaba una minifalda negra de tiro alto, unos playeros negros y camiseta de tirantes blanca con escote. Y cómo no, sus ojos delineados y los labios teñidos de rojo. Tras ella entró un chico pelirrojo con aires de superioridad que la miraba como si le perteneciera. Julieta se puso el delantal y el pelirrojo subió al pequeño escenario en medio del local para afinar un bajo.
Me acerqué a la barra donde ella charlaba con el dueño, dejando a Patrick solo y mirándome como si estuviera loco. Disimulé con el móvil un rato hasta que el jefe fue a servir a alguna mesas y me deslicé hasta ella. Esta vez, me devolvió la sonrisa.
-Buenas noches-dije.
-Muy buenas-su sonrisa se acentuó-. ¿Quería usted tomar algo?
-Deja de tratarme de usted, por favor. Y no, ya estamos servidos-señalé con la cabeza la mesa en la que Patrick no dejaba de mirarnos-. Solo quería hablar contigo un rato.
-Bueno...-se notaba a leguas que Julieta estaba incómoda-Es solo que... no sé, tengo mucho trabajo, el bar está lleno.
-¿Puedo al menos saber tu nombre?
-Scarlet.
-Neil-le tendí la mano y me la estrechó-. ¿Cuándo cerráis?
-A las tres de la madrugada.
-¿Podría esperarte e ir a dar una vuelta?
-No sé si...-Scarlet lanzó una rápida mirada al chico pelirrojo, que no nos quitaba el ojo-Vale, sí, espérame.
Sonreí, hizo una reverencia que le hizo reír y volví a la mesa donde Patrick me interrogaría.
La banda del pelirrojo pasaron la noche tocando hasta las dos. En ese periodo no me moví del sofá, simplemente intercambiaba miraditas con mi Julieta de cuando en cuando. Cuando el show acabó, vi cómo el pelirrojo saltaba del escenario para ir al encuentro de mi querido amor platónico. Les vi discutir. Le vi a él furioso, al borde de un ataque de nervios. La vi a ella decidida y de una sola pieza, y ahí fue cuando empezó a gustarme de verdad. Ya a penas quedaba gente en el bar, por lo que el dueño del local dejó a Scarlet salir antes de la hora. Abandonamos el bar cogidos del brazo, como en los viejos tiempos.