Capítulo 10 .:Érase una vez:.

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Estaba en Gwen otra vez, entraba y salía de ella repetidas veces, viendo las increíbles y brillantes sonrisas que esto causaba en ella, sintiendo mis propios placeres. Gemíamos y jadeábamos juntos y así la casa volvió a llenarse de nuestros sonidos.

—¡Ah! ¡AH! ¡AH! ¡GWEN! ¡GWEN! —gemía sintiéndome totalmente manipulado por lo que mi cuerpo disfrutaba, ella también, nos dábamos gusto con mucho gusto y lo expresábamos sin reprimirnos. Se podría decir que ese era nuestro segundo encuentro aunque realmente seguía siendo la primera ocasión. De cualquier modo seguía siendo una entrega, más pasional que la de la noche pero no dejábamos de hacernos el amor. 

Literal ahora sí que no nos reprimimos y lo gozábamos hasta más no poder, ya no éramos tan tiernos o dulces, sino que ya había mucho más erotismo, pero eso no evitaba que el romanticismo existiera, porque por más que la viera no podía deja de pensar en cómo le haría Gwen para ser tan hermosa, y es que nuestras miradas seguían siendo las mismas, brillosas y sinceras, aunque claro, eso era cuando abríamos los ojos y nos veíamos, porque lo que teníamos hacia que apretáramos los párpados con fuerza.

—¡Ay Peter! ¡¡Ay Peter!!

—¡¿Te estoy lastimando?! —pregunté alarmado, con mucha preocupación, sintiendo mi sangre helarse y todos mis placeres esfumarse.

—¡No tonto! —respondió ella con una sonrisa involuntaria. —¡No pares! —Me regañó divertida y yo suspiré aliviado, quitándome una enorme incertidumbre de encima. —¡Eso se siente tan bien Peter! —dijo jadeando.

—No me espantes, hermosa. —respondí aun teniendo el fantasma de la sensación del sentido arácnido, volví a suspirar cuando ella me guiñó el ojo y entonces la vi como un niño travieso, volviendo a mover mi cadera adelante y hacia atrás, complaciéndola todo lo que quería.

—¡¡Ay Peter!! —Repitió llenándome los oídos con sus hermosas y excitantes palabras y gemidos, que hacía poco me habían asustado. — ¡TE AMO! ¡TE AMO PETER! ¡¡PEEEEETER...!!

—¡Oh Gwen! ¡Oh Gwen! ¡Ahhh! ¡Gwen! —gemía gritaba y jadeaba.

Esto concluyó en un orgasmo para los dos, llevándonos a un estado de éxtasis que nos desconectó del mundo, envolviéndonos en nuestros placeres físicos y biológicos, por lo que terminé liberándome en ella otra vez. El orgasmo acabó y había sido tan excitante que me dejó muerto, me tumbé junto a ella y ambos nos quedamos con la mirada en el techo, buscando recuperarnos.

—Oh Gwen... —balbuceé luego de respirar lo necesario aunque no lo suficiente, ya que aún estaba muy alterado.

—Cállate Peter... cállate y respira... —dijo con la voz ahogada y cansada, pero a pesar de eso saliendo de unos labios rosados y brillantes que lograron formar una suave sonrisa.

Yo también sonreí al verla y escucharla, por lo que le hice caso. Durante lo que sería un largo rato solo se escuchaba el sonido de nuestras inhalaciones y exhalaciones, así como del latido incesante de nuestro corazón, durante ese tiempo logré normalizar un poco más mi respiración y que mis latidos bajaran a una aceleración más normal, así que me giré hacia ella, viendo como respiraba, como su exhalación e inhalación elevaban y descendían sus perfectos senos.

—¿Ya estas más tranquila mi amor? —pregunté contemplándola, aun sin poder creer toda la belleza que ella tenía.

—Sí... —respondió también girándose hacia mí, poniendo su rostro frente al mío. —Pero ahora no sé si pueda quitarte los ojos de encima. —dijo con una voz y una mirada muy tierna. —Ahora solo quiero mirarte a los ojos.

—Ven aquí —le dije, ella acercó su cuerpo al mío y la rodee con el brazo para abrazarla.

Eso era amor de verdad, abrazarnos y vernos a los ojos después de hacer el amor, esa era la parte pura de todo lo que había pasado entre nosotros, y de lo que en general sentíamos el uno por el otro. Volvió a pasar otro tiempo largo en el que no nos dijimos nada, solo nos mirábamos, solo eso, sonriendo dulcemente y eventualmente teniendo un suspiro. El rostro de Gwen era tan bonito, sus ojos, su nariz, su boca, sus mejillas, todo su rostro era realmente bello. Había quedado realmente obsesionado con la imagen de los senos desnudos de mi novia así como de su condición de mujer, pero no necesitaba verla ahí ni tocarla en esos puntos para pensar que ella era lo más hermoso que alguna vez hubiera visto, con mis ojos conectando con los de ella bastaba y sobraba.

La noche de Peter y GwenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora